Robert Hansen, el cazador de humanos

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Hoy me he permitido dar un gran salto en el tiempo y acercar a los lectores la vida y obra de un asesino en serie brutal y a su vez, uno de los menos conocidos. Permítanme que le presente a Robert Hansen:

Hansen
Robert Hansen

 

Nació en Estherville, un pueblo de Iowa(USA) un 15 de febrero de 1939. Siendo pequeño sufría de constantes burlas a causa de su tartamudez y en su adolescencia se agravaron a causa de un terrible acné, él llegó a denominarse “un grano de pus andante”. Hansen era un joven tímido y lleno de complejos, además de tener un padre muy estricto. Le gustaba estar sólo con lo cual, decidió trasladarse a vivir a Alaska, más concretamente a la ciudad portuaria de Anchorage.

En Alaska hay muy buenos cazadores, conocen bien las armas, los movimientos y las presas que desean, Robert Hansen era un apasionado de la caza y sobretodo de las armas. Cazaba osos, lobos y renos, era certero disparando.

Robert tenía una panadería e incluso se había casado y tuvo varios hijos. En la ciudad gozaba de buena fama como ciudadano ejemplar y muy trabajador. No sabían lo que se escondía debajo de ese escuálido panadero.

Nuestro asesino en serie fue detenido por primera vez poco después de su divorcio acusado de incendiario, le fascinaba el fuego como a cualquier buen psicópata.

En 1972 fue acusado de una presunta violación, la víctima era una chica de alterne. Robert Hansen era tan buen ciudadano que aquello fue sobreseído.

Había logrado superar algunos complejos, incluso se había sacado el título de piloto, se compro una avioneta Piper Super Club. Disfrutaba sobrevolando los paisajes de Alaska, un territorio inmenso y lleno de animales para cazar, manejaba a la perfección rifles de repetición y también armas ancestrales, era un experto en tiro con arco, disfrutaba muchísimo disparando flechas.

En Anchorage había un barrio chino donde podías encontrar chicas llegadas de cualquier punto del mundo, la mayoría sin papeles ni documentación, Robert Hansen y sus amigos lo sabían.

Robert tenía una obsesión, el sexo oral. Era lo que más le gustaba. Aunque tenía familia e hijos empezó a frecuentar el barrio chino. En los locales las chicas bailaban desnudas y se marchaban con el mejor postor y Robert se convirtió en uno de los mejores postores, dicen que ofrecía 200 y 300$ por una felación, ante eso muchas chicas no se podían negar, querían hacer fortuna rápidamente y escapar de aquel agujero.

Robert Hansen tenía una casita en el bosque, una casa para caza. Después de tomar unas copas en esos lugares de alterne, elegía a su víctima, le ofrecía esa enorme cantidad de dinero y se la llevaba en su avioneta a la casa del bosque.

En Alaska las distancias son enormes y no es raro tomar una avioneta para desplazarse.

A las chicas les hacía gracia subir en avioneta. Hansen ya era un hombre maduro y quería a parte de las felaciones algo más, más vibrante, quería ver el sufrimiento de alguien.

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Robert Hansen mostrando uno de sus trofeos de caza.

Este asesino en serie era muy particular pues daba una oportunidad de salir ilesa a su víctima. Cuando estaba con la chica en su cabaña del bosque le daba dos opciones:

  • Realizar la felación y cometer cualquier tropelía sexual a cambio de nada, gratuitamente.
  • Pagarle y después que se abstuviera a las consecuencias.

Algunas de las chicas accedieron y realizaron todo lo que Hansen les pedía, durante horas, durante días, las chicas eran secuestradas, torturadas, encadenadas pero como no les exigían el dinero, él les permitía salir con vida, eso si, desde la casita de caza hasta Anchorage tenían que ir andando, se escapaban maltratadas pero con vida. Eso ocurrió en, al menos treinta casos, que se sepan. Ellas no iban a denunciar pues no tenían papeles.

Otras no tuvieron tanta suerte, no estaban dispuestas a pasar por tal humillación sin su dinero. Para él, estas chicas eran malas prostitutas, merecían un severo castigo. Su mente empezó a maquinar un divertimento extremo, la cacería humana.

En la casa del bosque se encontraba su fusil de alta velocidad, un M14, también tenía su arco, flechas y machetes de caza. La casa estaba totalmente aislada y lejos de todo.

Robert les daba la última oportunidad para vivir, para salir de allí, podían huir, podían escapar pero él las iba a perseguir, intentaría cazarlas, era el precio por querer cobrar los servicios.

Robert las desnudaba y así, descalzas tenían que salir de la cabaña, corriendo por el bosque, chocando contra ramas y arbustos. Les daba un tiempo para la huida, después elegía el arma que iba a utilizar para cazarlas y comenzaba la persecución.

Las chicas desconocían la zona, pero él no, conocía el bosque y sabía que tarde o temprano las iba a capturar. En un caso, una chica llamada Paula se había metido por una zona llena de espinos, dejando sangre por el camino, Robert Hansen la olfateaba, saboreaba la sangre que dejaba la víctima.

Así murieron un total de diecisiete mujeres. Pero Robert Hansen iba a cometer un error, no era el depredador perfecto, ocurrió en junio de 1982. Había elegido a una víctima, pero esta chica logró escapar y llegar a la ciudad de Anchorage. La joven se encuentra con un oficial de policía, le relata todo y éste elaboró un informe, se inculpaba a Robert Hansen de intento de asesinato y empezaban a hablarse de las cacerías humanas. Pero en Anchorage, Robert Hansen tenía muy buenos amigos y éstos le proporcionaron una coartada.

El informe se archivó, pero en el año 1983 ocurrió lo que estaba previsto, una partida de cazadores deambulaban por las riberas del río mientras buscaban piezas que cazar y se encontraron con un montón de tierra, uno de ellos tuvo la feliz idea de escarbar y a los pocos centímetros se topó con un cadáver, era el de Paula, congelado, con dos tiros y sus respectivos casquillos.

En la policía empezaron a buscar entre los informes y dieron con el relato de la prostituta que había sobrevivido. Comprobaron las armas de Anchorage y descubrieron que esas balas eran de un M14. Uno de los que poseía esa arma era Robert Hansen, los oficiales obtuvieron un allanamiento de morada, entraron y descubrieron el fusil y a un temeroso Robert Hansen. Los amigos se desvincularon de él. El juez enseguida reunió todas las pruebas, con batidas para encontrar los cadáveres. Uno tras otro iban apareciendo, Robert ni se había molestado en ocultarlos bien, incluso acompañó a los policías. Descubrieron que había enumerado a todas sus víctimas y su paradero.

Robert Hansen detenido.
Robert Hansen detenido.

Lo iban a condenar por asesinato, él comenzó a contar todo, durante dos días relató lo ocurrido en su cabaña y en los bosques, 12 horas de grabación donde relata la muerte de las 17 prostitutas. Se empezó a desconfiar de que también cayeron mujeres de otro extracto social y condición, pues Robert Hansen había puesto anuncios en la prensa, mientras había enviado a su familia de vacaciones a Europa. El anuncio ponía: «busco mujer que me ayude a saber que hay más allá de la cuesta, que hay más allá de aquella colina, que hay en la raya del horizonte». No se encontraron cuerpos pero se presupone que Hansen había matado a más de 17 mujeres .

El 28 de febrero de 1984 Robert Hansen era condenado a más de 400 años de cárcel. Falleció el 21 de agosto de 2014.

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Mercedes Martínez-Núñez de Arias
Criminóloga, directora de seguridad experta en Puertos, Aeropuertos y Scanner. Enamorada de la lectura y la historia.

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