El mundo no es sólo lo que nuestros ojos ven

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Sabemos que existe la electricidad, sabemos que existen los rayos de las tormentas, las auroras boreales, la gravedad, pero… ¿qué conocemos realmente de estas “fuerzas de la naturaleza”?, ¿sabemos realmente a ciencia cierta de dónde proceden y cómo funcionan?. Muchas personas podrán decirme que sí que se conoce bien la electricidad porque de hecho es uno de los motores que hacen funcionar a nuestro mundo y que se usa en cientos de objetos que necesitamos, así como en transportes y demás, pero… el hecho de saber cómo utilizar una energía no implica el conocer de dónde procede ésta o su naturaleza real, su origen. Y hemos empezado hablando sólo de estas fuerzas de las que en ocasiones el hombre tiene la “fortuna” hasta de verlas con sus propios ojos y tener conocimiento de ellas, pero ya si vamos más allá y hablamos de estados como el plasmático, pues ya el ser humano se empieza a perder un poco y tiene que reconocer humildemente que prácticamente acabamos de empezar a conocer a nuestro mundo y las fuerzas que actúan sobre él. Pensemos tan sólo en el hecho de que de nuestros propios océanos todavía conocemos muy poco. Los océanos cubren el 70 por ciento de la superficie de la Tierra, pero en el Día Mundial de los Océanos (8 de junio de 2010), los científicos dijeron que todavía saben poco sobre sus profundidades. Los investigadores han descubierto exóticas criaturas conocidas como extremófilos en el suelo marino donde alguna vez se pensaba que la vida era imposible debido a la falta de luz solar y a la presión extrema a esas profundidades. Desgarbadas criaturas blancas y rojas, conocidas como gusanos de tubo gigantes, viven a varios kilómetros de profundidad y puede crecer cerca de 2,4 metros de largo. Viven agrupados y pueden soportar temperaturas extremadamente altas y toleran grandes niveles de azufre, pero exactamente cómo lo hacen sigue siendo un misterio.

Océanos
Todavía sabemos muy poco de nuestros océanos…

Y esto tan sólo hablando de la parte puramente física y material de nuestro mundo, claro está, porque ya si nos ponemos a analizar el fenómeno de los sentimientos y los deseos del ser humano pues es cuando definitivamente nos desbordamos y nos tenemos que encoger de hombros. Éste personalmente es de los temas que considero más fascinantes e interesantes, y del que podríamos obtener muchas respuestas a nuestra existencia y razón de ser, pero es un tema complejísimo precisamente porque hace referencia al título de este artículo, ya que el amor, el odio, la amistad, la solidaridad, el rencor y todos los tipos de sentimientos y deseos que genera el ser humano los podemos sentir, pero no los podemos ver con nuestros ojos físicos. Es algo que no pueden estudiar los científicos en un laboratorio, no se puede medir ni pesar, si quieres mucho a una persona sólo tú sabes cuánto la quieres, ningún científico podrá decirte: “quieres a esta persona un 80%”. Pero lo que está clarísimo y de lo que no hay ningún tipo de duda es de que estos sentimientos y deseos que no vemos con nuestros ojos son muchísimo más importantes que todos los objetos y materiales físicos que existen en nuestro planeta, meditemos profundamente sobre esto con tranquilidad: toda acción que ocurre en nuestro mundo y todo objeto inventado que existe ha tenido que originarse previamente en nuestra mente, hemos tenido que sentir el deseo de hacer una cosa o de crear una cosa para poder luego materializarla físicamente, esto es así.   Y por este camino llegamos a lo que para mí es el misterio fundamental entre todos los misterios: ¿Cómo estamos vivos en el sentido más estricto de la palabra?… me explico un poco sobre lo que quiero hacer ver con esta pregunta (que me obsesiona todos los días de mi vida). Hagamos para ello como comienzo un ejercicio muy simple y que a muchos les parecerá una ridiculez, pero que yo hice un día por mi curiosidad innata y que considero casi trascendental y vital para intentar conocernos a nosotros mismos y para quedarnos sorprendidos por la grandeza y complejidad tremenda de nuestra identidad y para poder preguntarnos qué podemos ser realmente tanto en nuestra vida como en el Universo. Bien, colóquese frente a un espejo (preferiblemente grande), ahora mírese fijamente sus propios ojos muy cerca del espejo, no lo haga con rapidez sino sin prisa, contemple tranquilamente su propio “yo”, intente sentirse a sí mismo, y cuando lleve un rato analizándose sobre lo que puede ser usted, hágase las siguientes preguntas mentalmente y sin dejar de mirarse a usted mismo: ¿Sólo soy este trozo de carne llamado cuerpo que se está mirando con los ojos?, ¿Por qué mis ojos pueden ver?, ¿Si el cerebro es el que controla a mis ojos, qué controla mi cerebro?… ¿Sólo soy unos números y una foto en un DNI?, ¿Sólo soy un cuerpo físico con cerebro, o soy algo más y mi cerebro está controlado por mi verdadero yo, que es lo que estoy mirando en el espejo?.

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¿Somos algo más que lo meramente físico que conocemos?…

Algunos sentirán algo especial mirándose al espejo y otros no al realizar este ejercicio (y no me refiero a verse guapos/as y cosas de este estilo) pero no creo que a nadie le deje indiferente del todo, porque la posibilidad que nos ofrece el espejo es entre otras cosas ese contacto con nuestro yo más íntimo, con la “energía” que está manejando nuestro cuerpo físico, y por los ojos podemos apreciar que las cosas se mueven y que están vivas, pero nos tenemos que fascinar al reconocer que vemos esas cosas vivas pero no tenemos la menor idea de por qué estamos viviendo. Y no pueden los científicos terminar la discusión tan simple y fácilmente al querer echarle la culpa de todo al cerebro como siempre, porque queridos amigos y amigas el cerebro es sólo un instrumento más para manifestarnos en este mundo físico (muy poderoso y fascinante, pero no el único). Pongamos el ejemplo de un automóvil para intentar hacerle ver al lector lo que quiero llegar a hacer ver: si le preguntamos a un mecánico el porqué se mueve un coche podrá decirnos que como principal elemento está el motor, pero… ¿ese motor funciona por sí mismo?, ¿ya está con eso aclarado el funcionamiento del coche?… pues no, hay que hablar de la electricidad como fuerza y energía que hace que ese motor cobre vida… por lo tanto si nosotros somos el coche y nuestro motor es nuestro cerebro (sin olvidar el corazón)…¿quién o qué nos facilita la “electricidad” para darnos el impulso de la vida?.

Y recordemos que las neuronas de nuestro cerebro transmiten ondas de naturaleza eléctrica… ¿por qué se da la electricidad en ellas? . Ahí queda dicha la cosa…

Yo sólo sé que en todos los libros que he leído sobre el funcionamiento del cerebro humano ningún neurólogo me ha logrado aclarar cómo funciona realmente nuestro cerebro y cómo logra estar “vivo” en el estricto sentido de la palabra. Me han podido explicar algunas partes, sí, han podido descubrir ciertas cosas en base a su funcionamiento, sí, pero sinceramente tengo la sensación de que seguimos igual que siempre, y cuidado que no estoy desvalorizando el trabajo de estos neurólogos en absoluto, puesto que hacen un trabajo excelente y no todo el mundo está capacitado para estudiar estas cosas, y no les culpo por no llegar al final del problema debido a que estamos hablando de los misterios más inalcanzables para el ser humano, es como si les exigiéramos a los arqueólogos e historiadores que nos dieran la verdad absoluta sobre los orígenes del ser humano y la fecha exacta en que el primer ser humano habitó nuestro planeta, esto es imposible de exigir, al menos de momento…

Pero volvamos a esa hermosa y necesaria palabra que ya se ha nombrado en algunos otros artículos: Humildad. Con humildad se pueden llegar a alcanzar muchas cosas, puesto que la humildad nos hace contemplar todas las posibilidades y aceptar que conocemos muy poco de todo, la verdad sea dicha. Y partiendo de esto añadiremos ahora en este momento otro factor vital para seguir descubriendo cosas: Constancia. La persona que afronte cualquier tipo de investigación, sea la que sea, con estos dos necesarios factores nombrados, podrá llegar a conocer muchas cosas…

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Victor Jiménez
Autor del libro 'Buscando la verdad'. Colaborador en revistas especializadas como "Mundo Misterioso". Aficionado a la naturopatía, ufología y demonología. Defensor de los animales. Esperanzado en que un día el mundo despierte ante tantas injusticias y sucesos ocultos. Revolucionario pacífico, y por supuesto y ante todo, un aprendiz en esta escuela llamada Vida. Contacto: victor_oasis@hotmail.com

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