Incógnitas de la muerte de Jesús de Nazaret

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La semana pasada dimos un pequeño repaso a la vida del Maestro galileo Jesús de Nazaret, una vida repleta de misterios donde se mezclan mitos y realidades. Lo que sí está claro es que esta persona existió realmente, ya que no solo se recoge sus andanzas en los evangelios, también en registros judíos y romanos se hace referencia al Rabí de Galilea. En el Libro décimo quinto de los Anales de Tácito –obra histórica del mundo romano de gran reputación-, cuando culpan a los cristianos del incendio que arrasó la Roma de Nerón, hablan de Jesús como juzgado y condenado a crucifixión por parte de Poncio Pilato en Palestina, en la época del emperador Tiberio. Un erudito griego, Luciano de Samósata, habla en el siglo II d.C. del proceso de Jesús. También Flavio Josefo, historiador judío de finales de siglo I d.C., narra el proceso del Maestro haciendo hincapié en que fue ejecutado al estilo romano. 

Flavio Josefo
Flavio Josefo

Los evangelios canónicos difieren entre sí al tratar de narrar la Pasión y Muerte del Maestro. Podríamos decir que la cruel historia arranca en el campamento de Getsemaní, con la famosa oración en el Huerto de los Olivos, justo después de la Última Cena donde deja la herencia de predicar el evangelio a sus doce discípulos preferidos. Es en esta cena donde, después de lavar los pies a los Doce, anuncia su traición por parte del Iscariote y las tres negaciones de Simón Pedro antes de que cante el gallo. También anuncia su nuevo mandamiento: «Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros» (Juan 13:34).

Tras la cena, Jesús y los apóstoles -menos Judas- se dirigen a Getsemaní, donde el galileo se retira con sus favoritos -los hermanos Zedebeo, Jacobo (Santiago), Juan y Simón Pedro- a orar entre los olivos.

Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.» Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.» Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú.» Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.» Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.» Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados. Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. (Mt 26, 36-44)

Última Cena de Lenoardo Da Vinci
Última Cena de Lenoardo Da Vinci

Hay quien habla de este episodio como un miedo irracional al ser consciente de lo que le esperaba. Sin embargo, también se dice que esta angustia no era por el futuro calvario, si no por los actos para con él de quien consideraba sus hijos -los hombres-.

 Se le apareció un ángel del cielo para darle fuerzas; lleno de angustia, oraba con más insistencia; y su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra (Lc 22,43-44).

Si bien el fenómeno de sudar sangre puede resultar impactante, tiene una base científica. Es conocido como hematidrosis, cuando una persona sufre una tensión extrema, una gran angustia o un temor muy grande, pueden romperse las finísimas venas capilares que están bajo las glándulas sudoríparas; la sangre entonces se mezcla con el sudor y aflora sobre la piel, extendiéndose por todo el cuerpo.

Oración del Huerto
Oración del Huerto

Tras este tenso momento, el Maestro es prendido por las tropas romanas tras recibir un beso de Iscariote -el famoso Beso de Judas-. Hay que tener en cuenta que Pilato encontró a Jesús inocente, sin embargo los fariseos, encabezados por Caifás pidieron la liberación del zelote Barrabás a cambio de la ejecución del Maestro. Poncio Pilato mandó  flagelar al galileo.

Las flagelaciones romanas eran conocidas por ser terriblemente brutales, se usaba un látigo con tiras de cuero trenzado con bolas de metal entretejidas, cuando el látigo golpeaba la carne, esas bolas provocaban moretones o contusiones, las cuales se abrían con los demás golpes. El látigo también tenía pedazos de hueso afilados, que cortaban la carne. Jesús perdió muchísima sangre en la flagelación sufriendo los siguientes síntomas:

  • El corazón se acelera para tratar de bombear sangre que no existe.
  • Baja la presión sanguínea, lo que provoca un desmayo o colapso.
  • Los riñones dejan de producir orina para mantener el volumen restante.
  • La persona comienza a sentirse sedienta porque el cuerpo ansía fluidos para reponer el volumen de sangre perdido.
Fotograma de la película "La pasión de Cristo", momento de la flagelación
Fotograma de la película «La pasión de Cristo», momento de la flagelación

Para burlarse de él, le pusieron en la cabeza un yermo de espinas que le desgarró prácticamente todo el cuero cabelludo y un manto a modo de capa real. Le ataron el madero trasversal a los hombros comenzando así lo que los cristianos llaman «la vía dolorosa» camino del Calvario junto a los dos zelotes que serían crucificados junto a él. Se dice que a mitad de camino se desplomó y que los romanos ordenaron a Simón -un peregrino pagano del norte de África- que lo ayudara a llevar el madero, tras el famoso «tengo sed» del nazareno, los romanos le dieron a beber vinagre.

Una vez hubieron llegado donde las maderas verticales de las cruces esperaban clavadas en el suelo, clavaron las muñecas de Jesús en el «patíbulum» que llevaba sobre los hombros. El clavo -de ocho a trece centímetros- atravesaba el nervio mediano -nervio mayor que sale de la mano- quedando triturado. Una vez alzado, clavaron los pies del Maestro del mismo modo que las muñecas y colocaron el famoso INRI IESVS NAZARENVS REX IVDAEORVM -Jesús, rey de los judíos-. Y es a partir de este momento cuando tienen lugar las famosas siete palabras de Jesús en la cruz.

  1. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»Pater dimitte illis, non enim sciunt, quid faciunt (Lucas, 23: 34). Bien podría referirse a sus verdugos o bien a la humanidad.
  2. «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»Amen dico tibi hodie mecum eris in paradiso (Lucas, 23: 43). Esto se lo dice a uno de los zelotes -ladrones- que está crucificado a su lado cuando este le dice que se acuerde de el en el reino de los cielos.
  3. «Mujer, ahí tienes a tu hijo. […] Ahí tienes a tu madre.»Mulier ecce filius tuus […] ecce mater tua (Juan, 19: 26-27). En la última cena Jesús le encomienda a Juan por ser el más joven el cuidado de su madre María y sus hermanos.
  4. «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?»«¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?»Deus meus Deus meus ut quid dereliquisti me (Mateo, 27: 46 y Marcos, 15: 34). El Maestro estaba orando, recitando el Salmo 21.
  5. «Tengo sed.»Sitio (Juan, 19: 28). Era uno de los peores tormentos de los crucificados.
  6. «Todo está cumplido.»Consummatum est (Juan, 19: 30). Había cumplido su isión terrenal.
  7. «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.»Pater in manus tuas commendo spiritum meum (Lucas, 23: 46). Después de pronunciar la frase muere.

Se puede deducir que el Maestro murió por asfixia, y fue después de expirar, cuando le clavaron la lanza en el costado para asegurar su muerte.

Fotograma de "La pasión de Cristo". Cricifixión
Fotograma de «La pasión de Cristo». Crucifixión

Y hasta aquí, queridos insólitos, el artículo de esta semana. Para la elaboración del artículo he consultado las siguientes fuentes: Evangelios canónicos, «La pasión de Cristo» de Mel Gibson, «Sufrimientos de Jesús según la medicina», y los documentales «Juicio y crucifixión de Jesús» y «El juicio de Cristo». La resurrección es ya otro tema a parte. Hasta la semana que viene insólitos.

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Christian López
Escritor, poeta, columnista, amante del misterio, superviviente inconformista y antisistema

1 Comentario

  1. Es una historia triste y muy conmovedora, de la cual la muchedumbre y el tiempo no ha podido evaluar en su justa dimensión, un ejemplo de vida y un parteaguas para la humanidad; día a día dio algo de lo que el mundo siempre ha estado necesitado Equidad, Amor, Ecuanimidad, Templanza, Paz interior, Fe; Esperanza, Respeto, Inteligencia, y sobre todo, entender la vida en su justa dimensión, la esencia del ser con sus limitaciones y la virtud de amar al prójimo, amen unos a otros como os he amado.

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