Radiografía del ataque de un tiburón

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Los tiburones se han ganado a pulso uno de los puestos principales en el ranking de criaturas excepcionales de Informe Insólito. Cierto es que como hemos señalado en artículos anteriores, la reputación que les ha dado el cine en muchas ocasiones no encaja del todo con la realidad. Sea como sea, de criaturas asombrosas hablamos.

Lo único que vemos en muchas ocasiones de la caza del tiburón son sus dientes perforando los tejidos de su presa. Sin embargo, el momento del ataque no es más que el fin de un largo proceso en el que se muestra a la perfección el trabajo realizado por 400 millones de años de evolución.

Analizamos básicamente el ataque del tiburón atendiendo a los elementos básicos de su anatomía.

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El cerebro del tiburón ha sido quizás, muy malinterpretado durante años. En algunas especies, como el Gran Tiburón Blanco (Carcharodon carcharias), alcanza los 75 centímetros de longitud. Antes se pensaba que el 75% de la masa cerebral estaba destinada al sentido del olfato. Sin embargo, estudios posteriores indican que podría tratarse de un cerebro mucho más desarrollado, capaz sin duda de aprender, recordar y razonar.

Los tiburones detectan a sus presas desde grandes distancias. Como suceden con las brisas de vientos en ambientes continentales, las corrientes marinas transportan moléculas disueltas en el agua enormes distancias.

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El olfato es quizás el sentido más importante en la inmediata detección de una presa. Los tiburones pueden detectar una gota de sangre entre un volumen de agua de más de 100 litros. El agua entra por sus «narinas», que son sacos ciegos en los que los nervios olfativos chequean el líquido elemento en busca de partículas odoríferas interesantes. Las narinas están divididas en dos partes, separadas por un tabique carnoso, de manera que el agua entra por el orificio superior, y tras ser analizada, sale por el inferior.

El tiburón se guiará entonces por la sangre de una presa potencial en el agua. La concentración de la misma será cada vez mayor, señal de que el animal está aproximándose a su víctima. Ya entonces, el olfato deja de ser del todo útil, ya que percibirá la presencia de sangre por todo su alrededor. ¿Qué debe hacer ahora para no desorientarse?

Su oído interno puede percibir infrasonidos a una distancia de casi 2 kilómetros. Ello le permite acotar aún más el radio en el que su presa puede estar moviéndose. La localización de la presa está cada vez más cerca. Ahora es el turno de la vista. Se cree que los tiburones son hipermétropes, lo que significa que pueden visualizar a sus presas desde una gran distancia. Su visión en penumbra está muy desarrollada, siendo diez veces mejor que la humana en condiciones de baja intensidad lumínica.

Sin embargo, es posible que el tiburón no vea a su presa, por razones tan simples como que la misma haya decidido ocultarse en la arena del fondo o entre corales. Muchos depredadores se rendirían si no fuesen capaces de establecer contacto visual con sus víctimas potenciales. No es es el caso de los tiburones. Ellos poseen sentidos únicos entre los vertebrados. En los flancos poseen unos detectores de presión denominados «líneas laterales», que funcionan como un «tacto a distancia». Los coletazos de los peces heridos y otras presas crean unas hondas determinadas en el agua, que estimulan la línea lateral del tiburón ayudándolo a orientarse.

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La línea lateral se diversifica al llegar al tercio anterior del animal. Su rostro está enteramente cubierto por unos poros llenos de una sustancia gelatinosa y comunicados con los nervios. Estos poros reciben el nombre de «Ampollas de Lorenzini». Detectan los impulsos eléctricos generados por los seres vivos, incluso aquellos que a penas superan los 5 nanovoltios. Un pez escondido en la arena no está a salvo si un tiburón pasa sobre él a una distancia de menos de 50 centímetros.

Sin embargo, en caso de haber establecido contacto visual con la presa, no es la visión el último sentido que entra en juego. Por mucho que como depredadores sean fuertes y temidos, no significa que sus presas se dejen atrapar. Las víctimas siempre intentarán defenderse, pudiendo incluso provocar daños a sus atacantes. Y los ojos son órganos muy sensibles.

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En múltiples ocasiones, los tiburones fallan en el momento del ataque. ¿Qué ocurre exactamente? Por extraño que pueda parecer, los tiburones atacan «a ciegas».

Muchas especies poseen una membrana a modo de párpado que recibe el nombre de «tapetum». Dicha membrana cubre el ojo cuando el animal se acerca a la superficie, para protegerlo del exceso de radiación solar. También se activa en el momento del ataque. Segundos antes de impactar contra su presa, el tiburón pierde la vista.

Algunas especies, como el tiburón blanco, no poseen tapetum. Por ello, para proteger sus ojos de los posibles golpes defensivos de su presa, giran los ojos hacia atrás.

Sin embargo, no parece tener mucho sentido invertir tiempo y energía para dejar escapar a una presa en los últimos instantes. De nuevo entran en juego las Ampollas de Lorenzini. A 50 centímetros de su presa, y privado momentáneamente de la vista, el tiburón se guía por estos detectores de movimiento para dejar caer su mandíbula sobre la presa.

Un ataque exitoso no termina cuando los dientes se han cerrado sobre la presa. El animal debe saber si aquello a lo que ha atacado es una presa o un objeto inanimado. En el momento del mordisco, su sentido del gusto le avisa de si lo que contiene en sus mandíbulas tras el ataque es o no comestible.

El artículo de hoy va dedicado a nuestro Director de Informe Insólito, Rubén Callejón, que como sucede en los distintos pasos del tiburón en su caza, una vez soñó con algo que poco a poco, esfuerzo a esfuerzo y sentido a sentido, se convirtió en Informe Insólito.

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Juan José Alférez Cara
Biólogo. Le fascina la naturaleza y esa fuerza moduladora que durante millones de años ha dado lugar a todas las formas de vida que hoy habitan La Tierra, llamada Evolución, y que también ha servido de lienzo para las leyendas de todos esos escritores desde la Antigua Grecia hasta el Siglo XXI. Contacto:juanjoalferez1@gmail.com

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