Nunca se escribirá suficiente sobre el daño que el ser humano ha hecho a La Tierra. Ninguna otra especie en la historia del planeta ha originado la extinción masiva de tantas especies. Nuestro planeta se acerca, poco a poco, a la sexta gran extinción (aunque muchos piensan que ya se está dando).
Hemos exterminado especies como si de nuestro cometido se tratase. Vienen a la mente las sesiones de filosofía de secundaria, donde se repite y repite la pregunta de ¿Es malo el ser humano? Creo que, para los que no lo tenían claro, hay una idea que se está forjando en sus mentes, tomando forma mediente el golpeteo de 17.000 especies que se extinguen cada año por la acción antrópica.
El león (Panthera leo), el conocido como rey de los animales a pesar de no ser siquiera el más grande de los félidos; dicha posición está ocupada por el tigre (Panthera tigris). Asociamos la imagen de este animal con la del continente africano. Pensamos que en dicho continente los leones señorean cual rey medieval en Europa. Lo cierto es, que por desgracia, no es así. Hoy en día es extraño encontrar leones fuera de las reservas y los grandes Parques Nacionales. La radiografía del hábitat del león en África nos muestra una población muy fragmentada.
Las manadas de leones ocupan ámplios territorios que los machos se encargan de defender, encomendando la caza a las hembras. Las hembras permanecen en el seno de la manada toda su vida, contrariamente a los machos, que van siendo sustituidos mediante combates con machos rivales. Cuando un macho conquista una manada, mata a todos los cachorros con el objetivo de hacer entrar en celo a las hembras de nuevo y engendrar cachorros de su propia genética.
Sin embargo, a pesar de que los machos recorren enormes distancias para encontrar nuevas manadas que conquistar, o con suerte, hembras solitarias o apartadas de las manadas, los análisis genéticos confirman que comparten gran parte de la información contenida en sus células; en pocas palabras, muchas poblaciones de leones están altamente afectadas por la endogamia, problema habitual en animales cuyas poblaciones están confinadas en determinadas zonas y sin posibilidad de intercambiarse con ejemplares de poblaciones cercanas.
La endogamia genera individuos cada vez más débiles, ya que si dos individuos que se aparean son parientes, es posible que compartan anomalías genéticas. Al poseerlas ambos es mayor la posibilidad de transmitirlas a sus descendientes. Desgraciadamente, no es un problema que afecte exclusivamente a los leones. Multitud de especies consideradas en peligro se enfrentan a la misma desdicha.
Actualmente, la población de leones en su hábitat natural es de 47.000 ejemplares en el continente africano. Puede no parecer una población pequeña, pero si la comparamos con la que existía en 1.990 (entorno a 100.000 ejemplares), vemos que se ha producido un alarmante descenso. De continuar, la especie está irremediablemente condenada a engrosar las listas de tantas otras que perecieron como consecuencia de la fragmentación de su hábitat por el hombre.
Es verdaderamente un problema dificil de afrontar. Los corredores verdes comunican distintas zonas en las que hay poblaciones animales, lo que frena beneficiosamente la endogamia. Sin embargo, construir corredores verdes a través de todo un continente es materialmente imposible. Además, hay que tener en cuenta que muchos de los países de África tienen condiciones infrahumanas que hacen que los temas medioambientales queden relegados a los últimos puestos de sus listas de prioridades.
A diferencia del león africano, el asiático prefiere los bosques en lugar de las sabanas. Estuvo al borde del abismo de la extinción. En 1.912 quedaban en La India solo 20 ejemplares. Sin embargo, los esfuerzos de conservar estos últimos leones asiáticos han hecho que en los noventa, la población haya llegado a los 300 ejemplares. Todos ellos, sin embargo, están recluidos en el Parque Nacional de Gir, en La India.