Si existen unas criaturas mitológicas cuyo nombre y fiereza sobresalen por encima de la de cualquier otra son sin duda los dragones. Variables en forma y tamaño a lo largo de las distintas culturas, los dragones son el ser de leyenda más extendido.
La palabra «dragón» deriva del griego, y significa «gran serpiente». Y es que en algo coinciden todas las leyendas, y es que los dragones poseen un aspecto más o menos reptiliano, al que después de añaden rasgos de otros grupos zoológicos.
Muchos dragones son voladores. Aquí encontramos el primer problema a la hora de diseñar un ser vivo. Levantar el vuelo no es nunca fácil. Lo saben los que pilotan aeronaves, y también los animales que hacen de este medio su hogar. La necesidad de volar reduce mucho el tamaño total que puede alcanzar un animal. Actualmente los vertebrados voladores que existen son aves y murciélagos. En ninguno de los casos alcanzan pesos muy altos. El ave voladora más pesada es la avutarda, con hasta 18 kilogramos.
El diseño de los dragones suele incluir además, otro rasgo insólito. En las criaturas voladoras vertebradas que existen actualmente, y en todas ellas hasta ahora vistas en la historia las alas con zonas de unión entre las extremidades, o las propias extremidades más desarrolladas. Sin embargo, en los dragones no funciona así. Las alas son un par de extremidades, lo que significa que serían los únicos vertebrados con seis extremidades. Además, las alas normalmente son cortas y poco desarrolladas. Sin embargo, se los muestra capaces de volar a pesar de ostentar grandes tamaños. ¿Es eso posible? Por extraño que parezca, el movimiento de las alas durante el vuelo no es un simple batido. Es un movimiento realmente complejo.
Los aviones poseen alerones metálicos que se giran y cambian de posición imitando los movimientos de las alas de las aves. Tanto en aves como en aviones, el movimiento del aire alcanza velocidades diferentes en la parte de arriba del ala y en la de abajo. Dicha diferencias de velocidad da lugar a un vórtice, es decir, un remolino de aire justo detrás del ala.
Sin embargo, volviendo a los animales, vemos que ellos no poseen motores que los propulsen. Cualquier movimiento que quieran articular deben realizarlo ellos solos. Para emprender el vuelo, además de mover las alas en una forma determinadas, éstas deben tener una longitud determinada y dicha longitud debe cumplir una proporción con la del cuerpo. Eso ha llevado a que muchos animales se creyesen incapaces de volar durante muchos tiempo.
Por desgracia para los más imaginativos, los dragones probablemente no habrían sido capaces de levantar el vuelo.
El otro rasgo sobresaliente en los dragones es la capacidad de escupir fuego. ¿Es algo verdaderamente novedoso en animales? Curiosamente, muchos animales contienen en cavidades del cuerpo sustancias tóxicas que al entrar en contacto entre sí y con el aire o alguna superficie, que puede ser la boca de algún enemigo dan sensación de quemazón.
Vemos pues que, al igual que sucedía con los insectos gigantes, los dragones quedan descartados como criaturas biológicamente posibles debido a las «Leyes de escala».