A 300 metros bajo la superficie, encontramos en la serranía de Naica, al sur de la ciudad de Chihuahua (México) uno de los mayores tesoros naturales que existen; las cuevas de cristales de Naica. 
Alejo Hernández, Vicente Ruiz y Pedro Ramos hallaron en 1794 este maravilloso lugar. Sin embargo, no fue hasta 1828 cuando comenzaron los trabajos de minería en dicha cueva.
Para acceder al lugar es necesario recurrir a un equipamiento especializado ya que en la cueva de Naica existen cámaras donde se alcanzan unas las elevadas temperaturas (más de 50 grados) y una gran humedad.
La cueva es única en el mundo ya que presenta unas formaciones cristalinas o geodas de un tamaño colosal. Encontramos en España, concretamente en Almería, una cueva de similares características pero de poco más de 10 metros de longitud.
La cueva nunca tuvo un accedo natural, se trataba de una cámara gigante completamente cerrada. Debido a las altas temperaturas originadas por el magma, entre las grietas y fracturas del interior del cerro corrieron líquidos y gases que traían disueltas en exceso sales de sulfuros. Al penetrar en la cavidad se originó un pequeño cambio en la presión del ambiente, lo que hizo que esos excesos de sales se fueran depositando en forma cristalina, con el paso de los años, se fueron formando espectaculares formas cristalinas.
Por desgracia, las cuevas de Naica no están abiertas al público. Sin embargo, se está trabajando para garantizar la seguridad de la cueva con la finalidad de que algún día pueda visitarlas quien lo desee.
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