Mediodía del 5 de Diciembre de 1945, cinco aviones Grumman TBM-3 Avenger de la Marina de los EEUU despegan con combustible suficiente para cubrir 1.800 Km de alcance desde la base aeronaval americana de Fort Launderdale en Florida. Cada avión llevaba 2 pilotos, pero por un mal presentimiento, uno de ellos se quedó en tierra. Formaban el escuadrón aéreo del Vuelo 19 y aquella tarde, desaparecieron para siempre. El avión que salió a rescatarlos también desapareció sin dejar rastro. Así nacía la enigmática historia del Triángulo de las Bermudas.
Bienvenidos a mi sección de Misterios Aéreos una semana más, amigos de Informe Insólito. Cansados, probablemente, de tantas historias que surgen de la que es, quizá, la zona misteriosa más famosa del planeta, os quiero contar esta semana detalles enigmáticos que he descubierto revolviendo en el expediente más famoso del mundo entero, en cuanto a desapariciones aéreas se refiere. Supongo que ya nadie desconoce el famoso caso de la desaparición del Vuelo 19 en el Triángulo de las Bermudas aunque es curioso que mucha gente desconoce detalles muy significativos y extraños que marcaron aquel episodio que dio fama al Triángulo más famoso del mundo entero.
Aquel escuadrón despegó para cumplir una misión rutinaria, al mediodía del 5 de Diciembre del año 1945, desde la base aeronaval de los EEUU en Fort Launderdale en Florida. Su ruta era volar 300 Km hacia el Este, luego 75 Km hacia el Norte y regresar después hacia la base de partida, todo ello realizando una ruta de vuelo triangular. Curiosamente, el vértice del vuelo triangular que efectuaba el Vuelo 19 estaba en línea directa con las Islas Bermudas. Y coincide que las Bermudas parece ser el límite, al Norte, de la zona de numerosas desapariciones de barcos y aviones. La desaparición de este escuadrón militar de vuelo lanzó a la prensa entera, y a los primeros titulares, los nombres con los que se conocía esta zona hasta aquel momento. “Triángulo de la Muerte”, “Mar de la Mala Suerte”, “Triángulo del Diablo” o “Cementerio del Atlántico” fueron los principales nombres con los que se bautizó el famoso Triángulo de las Bermudas.
El Vuelo 19 lo componían 5 oficiales pilotos y 9 tripulantes, cada avión con 2 pilotos a bordo. Pero aquel día, uno de los pilotos que tenía que realizar esta misión pidió el relevo antes de despegar, debido a que alegó un mal presentimiento pero se le obligó a volar. Otro piloto no apareció al vuelo. El día estaba perfecto para volar meteorológicamente hablando. Incluso otras tripulaciones que volaron aquella mañana advirtieron a los pilotos del Vuelo 19 de las buenas condiciones climáticas. La misión sería de 2 horas de duración con el despegue a las 14:00 horas. A las 14:10 pm, todos los aviones del Vuelo 19 ya estaban en el aire y los mandaba el Teniente Charles Taylor, Comandante de las FFAA de los EEUU con más de 2.500 horas de vuelo. El Vuelo 19 se dirigía hacia Chiken Shoals, al Norte de las Bimini. A las 15:15, después de que el Vuelo 19 había concluido las prácticas de tiro con bombas y volando hacia el Este, los controladores aéreos de la base de Fort Launderdale recibieron un extraño y confuso mensaje del Teniente Taylor. Se grabó entero el mensaje y decía lo siguiente:
-Teniente C. Taylor: “Llamando a Torre, Esto es una emergencia, parece que hemos perdido el rumbo y no podemos ver tierra, repito…no podemos ver tierra”.
-Torre de F. Launderdale: “¿Cuál es su posición?”
-Teniente C. Taylor: “No estamos seguros de nuestra posición. No podemos estar seguros de dónde estamos. ¡Parece que nos hemos perdido!”.
-Torre de F. Launderdale: “Tome dirección hacia el Oeste”.
-Teniente C. Taylor: “No podemos saber en qué dirección está nuestro Oeste. Todo está mal…es extraño…No podemos estar seguros de ninguna dirección…ni siquiera el Océano tiene un aspecto normal”.
A las 15:30 pm, el instructor de vuelo jefe de Fort Laundardale estaba atento a los mensajes de radio entre la Torre de Control y el Vuelo 19 y escuchó como algún controlador hablaba con Powers, uno de los pilotos del Vuelo 19, sobre su brújula y las indicaciones que ésta daba mientras éste respondía: “No sabemos dónde estamos. Debemos de habernos perdido cuando hicimos aquel último viraje”. A su vez, el Teniente Taylor hablaba por radio con uno de sus pilotos, que lo acompañaban en aquel escuadrón y le dijo: “Mis dos compases han dejado de funcionar. Estoy tratando de hallar Fort Launderdale…Estoy seguro de que nos hallamos sobre los Cayos (de Florida) pero no sé a qué altura…”
Desde la base de Florida, el instructor de vuelo jefe le recomendó al Teniente Taylor por radio que volase hacia el Norte, pero con el Sol siempre sobre la repisa de su escotilla, hasta llegar a Fort Launderdale. Taylor comunicó por radio: “Acabamos de sobrevolar una pequeña isla y ya no se ve más tierra a la vista…”. Era evidente que el Vuelo 19 no se hallaba sobrevolando los Cayos de Florida y que habían perdido el rumbo por completo. A su vez, con cada minuto que pasaba, cada vez era más difícil recibir comunicaciones del Vuelo 19 a causa de la estática pero sin embargo la Torre de Control sí podía escuchar las conversaciones de radio entre los propios aviones del Vuelo 19. Algunos pilotos hablaban de falta de combustible y que solo les quedaban 75 millas de autonomía (120 Km). También se alertaban entre ellos de vientos de 120 Km/h y de que todas las brújulas, compases e instrumentos se estaban volviendo locos por completo. A cada piloto le daba orientaciones y rumbos distintos.
En Fort Launderdale enseguida se corrió la voz de la emergencia y surgieron incluso, hipótesis de que podría ser un ataque enemigo (nuevos enemigos), aunque la II Guerra Mundial hubiese terminado hacía meses. Y así, tras las noticias que llegaban, se preparó de inmediato un avión bimotor anfibio naval de rescate, tipo Martin Mariner, en la base aeronaval que había en el río Banana. A las 16:00 pm, la Torre de Control escucha por la radio de la boca del Teniente Taylor que le pasa el mando del escuadrón Vuelo 19 al veterano Capitán Stiver. Éste consigue enviar un mensaje bastante inteligible: “No estamos seguros de dónde nos hallamos…Creemos estar a unas 225 millas (360Km) al Noreste de Fort Launderdale y creemos que hemos pasado sobre Florida, llegando al Golfo de México…”. Stiver tomó la decisión de virar 180º con la esperanza de volar de vuelta hacia la base pero después de ese viraje, las comunicaciones de radio aún se volvieron más débiles, lo cual significaba que seguían volando más hacia el Este, alejándose de la base. Una mala decisión. Los informes oficiales que recogen las últimas transmisiones señalan que la última comunicación del Vuelo 19 dice: “Parece que estamos…” y ahí se corta. Pero más operadores de radio que escuchaban la frecuencia declararon haber escuchado: “Parece que estamos entrando en agua blanca… ¡¡estamos completamente perdidos!!…”
Uno de los pilotos del avión de rescate Martin Mariner, el Teniente Cosme, comunicó a la Torre de Control, minutos después del despegue, que donde pensaban que podían hallarse perdidos los aviones del Vuelo 19, había vientos muy fuertes a solamente 1.800 metros de altitud. Sería la última comunicación por radio del avión de rescate. Un nuevo avión desaparecía para siempre, sin dejar el más mínimo rastro ni pista. Ya eran 6 los aviones perdidos por las FFAA de los EEUU aquella enigmática tarde. El avión de rescate transportaba 13 tripulantes y jamás volvió a recibirse ninguna comunicación del Vuelo 19 ni del Martin Mariner. Transcurridas ya unas 3 horas desde el último mensaje de radio del Mariner, en la base de Opa-Locka en Miami, se recibió un mensaje de radio muy débil que decía: “FT…FT…”. Solamente se registró ese mensaje. Esas letras eran las siglas del código de llamada de los TBM-3 Avenger desaparecidos del Vuelo 19. Por ejemplo, el avión del Teniente Taylor tenía como código de llama (call-sign) el FT-28. Y claro, surge la gran duda, porque si el mensaje provenía del desaparecido Vuelo 19, dos horas después de que supuestamente ya se le hubiese agotado el combustible de vuelo… ¿seguían volando?
La noche cayó y la búsqueda se tuvo que suspender. Solamente algún buque de la Guardia Costera seguía navegando y buscando supervivientes y restos de los aviones. A la mañana siguiente comenzó uno de los dispositivos de búsqueda más grandes de la historia naval de los EEUU, con 240 aviones, 67 de ellos pertenecientes al portaviones “Solomons”, 4 destructores, varios submarinos, 18 barcos de la Guardia Costera de los EEUU, lanchas de búsqueda y rescate, cientos de aviones civiles, yates privados, botes de civiles, decenas de Avenger de la base aeronaval de Banana y más aparatos y buques que la Real Fuerza Aérea Británica y la Real Marina Británica, con base en Bahamas, pusieron a disposición del Gobierno de los EEUU de América en esta operación. 167 vuelos diarios se realizaron día a día a solo 100 metros de altitud sobre el mar, de orto a ocaso, más de un millón de Km cuadrados batidos por mar y aire en el Atlántico, Caribe, Golfo de México, Costas de Florida, islas vecinas, etc… 4.100 horas de búsqueda aérea se hicieron desde la desaparición del Vuelo 19. Ni un solo resto de avión, ni un solo cuerpo, ni una sola mancha de aceite. Todas las playas de Florida se batieron también buscando restos de las aeronaves o de sus tripulantes pero jamás apareció nada. Se habían esfumado, se habían desvanecido para siempre en el misterio más absoluto…
El mismo día en que desapareció el Vuelo 19, un avión comercial de pasajeros informó sobre una especie de llamarada o fogonazo rojo en el cielo, pensando los militares que podría tener algo que ver con el avión de rescate desaparecido Martin Mariner; poco después se desmintió. Ese mismo día, sobre las 19:30 pm, un buque mercante también notificó el avistamiento de una explosión en el cielo. Si los TBM-3 Avenger tuvieran que ver con esa explosión, sería inexplicable que estuviesen volando a esa hora todavía ya que no tenían combustible para estar en el aire tanto tiempo y que habrían colisionado entre ellos. No cuadra la hora y el combustible a bordo. Lo enigmático es que al final no se recibió ningún mensaje de S.O.S ni desde el Vuelo 19 ni desde el Mariner de rescate, alertando de algún amerizaje forzoso, por ejemplo. Los Avenger y sus pilotos estaban preparados para amerizajes forzosos, para flotar durante 90 segundos y portaban botes y chalecos salvavidas. Aunque todos se hubieran ido al fondo del Atlántico los botes habrían aparecido ya que iban en el exterior del avión.
Una de las comunicaciones que se envió desde el Vuelo 19 era la de que el Sol no parecía normal, además de que notificaron que entraban en aguas blancas. Podría ser una niebla característica de la zona pero el Sol y la niebla no te vuelven locos los compases, giróscopos y las brújulas. La junta militar naval que investigó esta desaparición, intentó culpar a un oficial de mantenimiento del mal funcionamiento de los instrumentos de orientación de los Avenger pero se demostró con documentación que no tenían fallo alguno. La junta admitió, además, que no podían, ni siquiera, suponer lo que le podría haber sucedido al Vuelo 19. Incluso algún miembro de esa comisión de investigación afirmó a la prensa que parecía que se hubieran desvanecido y hubieran volado a Marte. Aquí entraba la hipótesis OVNI, a partir de esta declaración y cobraba vida sobre las historias ocurridas en el Triángulo de las Bermudas.
La madre de uno de los pilotos desaparecidos del Vuelo 19, que asistió al proceso de investigación y a las juntas, declaró que tenía la sensación de que su hijo desaparecido estaba vivo en algún lugar del espacio. A ella se le sumó el doctor y científico Manson Valentine, que declaró lo siguiente al periódico “News” de Miami: “Todavía se encuentran allí, pero están en una dimensión diferente, dentro de un fenómeno magnético que podría haber sido provocado por un OVNI”. A estas declaraciones se le sumaban otras de un oficial de alto rango de la Guardia Costera de los EEUU que manifestó explícitamente: “No sabemos qué demonios pasa allí…”. Y para terminar recordando declaraciones de miembros de la Junta de Investigación, uno de sus máximos responsables declaró: “Esta pérdida ocurrida en tiempo de paz parece ser un misterio completo. El más extraño jamás investigado en los anales de la aviación naval…”
Lo que jamás contó la prensa pero sí que investigó la junta militar fue que aquella mañana, antes del despegue del Vuelo 19, otro escuadrón que estaba de maniobras también vivió momentos tensos al tener problemas de navegación que los hizo desorientarse a causa del fallo de los instrumentos, aunque consiguieron aterrizar a 80 Km al norte de Fort Launderdale. Dos pilotos del Vuelo 19 tuvieron un mal presentimiento aquella jornada. Uno fue el instructor de vuelo del escuadrón del Vuelo 19 que llegó tarde por ello a la base. Llegó a las 13:15 pm y solicitó el relevo directamente, no quiso volar y además no dio ninguna explicación. Cómo no había ningún relevo, se le denegó la solicitud y tuvo que embarcarse en su avión. El otro piloto era el Cabo Allan Kosnar que no se presentó al vuelo. Cuando se le preguntó por qué razón no se presentó a su vuelo, sencillamente dijo que por alguna extraña razón que desconocía, no quiso salir de casa aquel día. Este cabo era un veterano de Guadalcanal y quería darse de baja de las misiones de vuelo porque solamente le quedaban 4 meses de servicio militar. Al no presentarse, el Vuelo 19 partió con un piloto menos. Pero solo un puñado de compañeros sabía que Allan no había ido a volar y en principio, durante muchas horas, se le dio por desaparecido en el Vuelo 19.
29 años después de la desaparición del Vuelo 19, en 1974, un periodista, escritor y experto en conferencias llamado Arti Ford, que había investigado el caso desde el mismo año de la desaparición en 1945, realizó en televisión unas declaraciones asombrosas. Afirmó que tenía pruebas de que el Teniente Taylor había dicho por radio lo siguiente: “¡¡No vengan a buscarme… parece que son del espacio exterior!! Ford admitió que las pruebas se las dio un radioaficionado que captó la transmisión aquella tarde. Al principio, y ante la falta de formación profesional del radioaficionado, no le dio mucha credibilidad pero durante sus investigaciones pudo analizar uno de los informes oficiales que contenían las conversaciones el Vuelo 19 y la torre de control. Por sorpresa, encontró EN UNO DE LOS INFORMES OFICIALES, la frase que el Teniente Taylor envío por radio a los controladores antes de desaparecer para siempre: “No vengan a por mí…”, frase que coincidía con el contexto de las transmisiones que el radioaficionado le había suministrado.
La desaparición del Vuelo 19 y del Martin Mariner era la primera desaparición de aviones que sucedía en el Triángulo de las Bermudas, la primera de muchas que daría paso a multitud de futuros casos de aviones comerciales y militares desaparecidos. Hoy en día tenemos métodos de búsqueda y rastreo muy avanzados que habrían encontrado restos del Vuelo 19 si, supuestamente, se hubieran estrellado contra el mar, sea cual fuere la causa. Pero jamás aparecieron y se fueron, al lugar que sea, para siempre.
Este año, en Informe Insólito, en mi sección de Misterios Aéreos, desvelaremos los datos desconocidos y más reveladores de los enigmas más famosos sucedidos en los cielos de nuestro planeta Tierra. Os veo a todos en el próximo vuelo rumbo al misterio, hasta la próxima semana…