Anomalocaris, la gamba asesina

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El Cámbrico fue el primer período de la historia de la vida. Antes de eso no existen fósiles de seres vivos complejos. Se estima que las primeras formas de vida del planeta serían bacterias, que aparecieron hace unos 3.800 millones de años.

Hace más de 500 millones de años, ya dentro del período geológico antes mencionado, la vida en tierra firme era aún inexistente. La atmósfera contenía muy poco oxígeno. Bajo el mar las cosas eran notablemente diferentes. La vida llevaba millones de años evolucionando, lentamente pero sin pausa. Además de esponjas y medusas, en el Cámbrico comienzan a observarse organismos algo más complejos. Todos ellos eso sí, invertebrados. En concreto, se hace importante un grupo denominado ARTRÓPODOS, al que pertenecen millones de especies actuales, como los insectos, los arácnidos y los crustáceos. Sin embargo, en esa época eran netamente diferentes.

Se caracterizan por tener las extremidades y el cuerpo segmentados. Además, en el caso del período Cámbrico, sus cuerpos poseían duras corazas. Y de ello dependía su supervivencia.

trilobites
Trilobites, artrópodos acorazados que aparecieron en el Cámbrico, hace uno 540 millones de años. Se han llegado a describir unas 4.000 especies. Se mantuvieron hasta el Triásico (período en el que los primeros dinosaurios reinaban ya en la tierra). Actualmente no existen, aunque algunos artrópodos terrestres como las cochinillas de la humedad están emparentados con los mismos. Eran exclusivamente marinos, y se movían sobre el fondo arenoso y los limos, filtrando el sustrato para obtener alimento, ya que no poseían apéndices bucales trituradores.

Sin embargo, no todos los artrópodos de la época eran plácidos filtradores. Existían ejemplares de este filo en todos los estratos de las cadenas alimentarias.

El Anomalocaris, cuya traducción literal significa «gamba extraña», fue un gigante de la época, a pesar de medir solo entre 60 centímetros y 1 metro de longitud.

Anomalocaris_2
Sin duda un diseño inexistente hasta el momento, y que en los años sucesivos no ha vuelto a repetirse. A pesar de que los artrópodos eran abundantes en la época, el anomalocaris había añadido a su morfología un rasgo novedoso: Sus ojos. Estaban situados sobre unos pedúnculos y a su ver formados por hasta 30.000 «ojos» mas pequeños (ojos compuestos como los que existen a día de hoy en los insectos).

Científicos australianos han descubierto que el anomalocaris poseía una efectivísima visión. Han acordado que sería mejor que la de cualquier insecto actual, siendo similar a la de una libélula. Estos datos sugieren que la caza se basaba casi exclusivamente en la visión.

Su boca poseía dos apéndices segmentados de 17,5 centímetros, armados con numerosas espinas que le ayudaban en la caza. Los cercos caudales existían el algunas especies y faltaban en otras.

Su coraza estaba bastante esclerotizada, aunque no mineralizada en exceso, lo que le daría protección sin reducirse demasiado el movimiento o la velocidad, algo imprescindible para un animal cazador.

anomalocaris
El anomalocaris ocupaba la cúspide de la pirámide trófica de los océnaos del Cámbrico. En la parte inferior del cefalón (segmento incial del cuerpo) podeía una boca circular que poseía a su vez 32 láminas superpuestas con pequeñas púas superpuestas que se localizaban formando círculos concéntricos alrededor de la apertura.

 

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Juan José Alférez Cara
Biólogo. Le fascina la naturaleza y esa fuerza moduladora que durante millones de años ha dado lugar a todas las formas de vida que hoy habitan La Tierra, llamada Evolución, y que también ha servido de lienzo para las leyendas de todos esos escritores desde la Antigua Grecia hasta el Siglo XXI. Contacto:juanjoalferez1@gmail.com

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