Solo con una ojeada rápida del título de este artículo de Informe Insólito su imaginación habrá volado. Estarán pensando en un animal gigantesco, de enorme fuerza y abundantes dientes. Sin embargo, valga un juego de palabras, en este mundo no se debe ser grande para hacer grandes cosas.
Hasta hace pocas décadas, los científicos acostumbraban a encontrar en cetáceos y peces unas heridas particulares; eran circulares, como si se hubiese desprendido el tejido con una máquina perfecta. Sin embargo, no llegaron a saber hasta que no pasó bastante tiempo, qué clase de criatura realizaba aquellas lesiones en los animales marinos.

Durante la década de los 70, numerosos submarinos militares sufrieron en sus cubiertas aislantes de neopreno las mordeduras de estos pequeños tiburones, lo cual produjo fugas de aceite dejándolos inutilizados. Los ataques fueron en un principio interpretados como provenientes de alguna extraña arma enemiga, hasta que se descubrió al culpable. El problema se solucionó instalando cubiertas de fibra de vidrio sobre el neopreno.

El tiburón cigarro también es conocido como tiburón cortador de galletas. A pesar de su terrorífico aspecto, es un animal bastante pequeño, que rara vez sobrepasa el medio metro de longitud. Su diámetro corporal es además, menos que el de un brazo humano. Se le encuentra en aguas tropicales, a profundidades de más de 3.000 metros. Algo que comparte con muchos otros animales abisales es el hecho de subir a aguas menos profundas durante la noche para alimentarse.

Se alimenta de presas mucho más grandes, aunque sin causarles la muerte. Forma con su boca una ventosa y después emplea sus dientes para extraer el fragmento de carne. Esta macabra alimentación supone un continuo desgaste para sus dientes. Como la mayoría de los tiburones, repone constantemente sus piezas dentales cuando estas caen o se rompen. Además, puede reemplazar toda la mandíbula de una sola vez, en lugar de diente a diente, consumiendo los dientes caídos como manera de reciclar el calcio.
Su pequeño tamaño hace que no suponga un peligro para los seres humanos, aunque ha habido casos de bañistas y buzos mordidos por tiburones cigarro.
Los tiburones cigarro son además conocidos por su bioluminiscencia, que les ayuda a atraer a animales más grandes, que confundiéndoles con una posible cena gratis, acabarán siendo ellos mismos parte del menú sin ser conscientes de qué los ha atacado.