Los últimos descubrimientos arqueológicos en el mar Mediterráneo desde Ashkelon, actual Israel, hasta las costas españolas, así como el estudio de pinturas, escritos clásicos y mitológicos nos revelan evidencias de que los antiguos marinos y navegantes como los fenicios, romanos, griegos, egipcios o persas celebraban rituales religiosos y sacrificios a bordo de sus navíos. Rituales que se oficiaban en los orígenes con sacrificios humanos ya que era lo más eficaz para calmar a los tifones y mares embravecidos.
Durante siglos, los pueblos formados por navegantes y pescadores que surcaban los mares carecían de la tecnología que existe hoy en día para conocer las inclemencias del tiempo y la mar, por eso realizaban rituales así como desarrollaban sus propias supersticiones. Mitigaban sus miedos confiando en sus dioses y ayudas divinas. Dejaron un legado que ha llegado hasta nuestros días, españoles, italianos, malteses realizan ofrendas religiosas a santos y vírgenes a cambio de protección y buena ventura.
En aquellos tiempos salir a la mar era un acto de valentía. Buscaban su sustento en un medio duro donde los peligros acechaban sin parar en épocas donde las guerras y conflictos con otros pueblos predominaban. Para estos pueblos la mar era un lugar de buenas oportunidades, que les permitía vivir con la pesca, podían comerciar con pueblos costeros, conquistar oras tierras y se iniciaban en la construcción de grandes barcos.
Muchas de las ceremonias eran realizadas en la salida de sus barcos y cuando volvían a casa después de duras y largas travesías. Podían ser oficiadas durante la navegación ante las inclemencias del tiempo, o bien cuando transitaban por algunos lugares emblemáticos. Puntos de referencia en tierra, promontorios de la costa, que a la vez de servirles de referencias geográficas para una navegación segura, estaban al servicio de los dioses.
Comúnmente los antiguos navegantes realizaban sus rituales en tierra primero, en el puerto, donde el navío se encontrara atracado y después lo trasladaban al barco. Aquí las ofrendas eran adaptadas a las necesidades de la vida a bordo. Estas ceremonias podían realizarse tanto en la proa como en la popa de la nave. Pero parece que había diferencias entre ambos espacios. En la proa se encontraban los objetos que iban a ser utilizados en el ritual y en la popa se realizarían los sacrificios de animales y las libaciones. Incluso se cree que habrían camarotes exclusivos utilizados como santuarios donde se podían realizar determinadas ofrendas.
Sabemos que quemaban incienso mientras oraban y ofrecían respeto a sus diosas y dioses gracias a los descubrimientos en numerosos naufragios. Se utilizaban varios objetos, como el Timiaterio o Thymiaterion, que eran recipientes que se utilizaban para quemar incienso y perfumes. Para llevar el agua purificada utilizaban el louterion, depósito grande de piedra, metal o terracota de fácil manejo que se utilizaba para verter líquidos como agua, aceite o vino y de fácil transporte. Tampoco se descarta la utilización de altares de piedra encontrados entre la carga de alguno de estos pecios. Platos de terracota con orificios en el centro para verter el líquido. Cráteras, especie de vasijas donde se mezclaban los líquidos.
Se encontraron estatuillas con diferentes formas que podrían haber sido utilizadas en los rituales u ofrendas. Estatuas que representaban a Júpiter, Dionisio, Afrodita o la diosa Astarté que ofrecía protección a la gente de mar. Figuras de animales como el jabalí, el gallo, la pantera se empleaban como objetos religiosos o amuletos para llevar durante la navegación.
Griegos y romanos ofrecían a los dioses sus vestidos con los cuales habían escapado de la muerte en la batalla o de algún naufragio, se cortaban los cabellos y eran ofrecidos en gratitud por haber conseguido escapar a salvo.
Llama la atención la existencia de modelos de barcos en pequeña escala descubiertos en tierra en algunos enterramientos. Objetos en forma de barco que servían de regalo para los dioses antes de comenzar la navegación. Estos barcos en miniatura eran utilizados como objetos simbólicos en la religión en tierra para indicar la dependencia de estos pueblos al mar. Los romanos ofrecían barcos de mármol a Júpiter y los depositaban en sus templos. Incluso barcos de oro macizo como los encontrados en algunas tumbas egipcias.
Los componentes o partes individuales de los barcos reales eran utilizados como iconos y metáforas en contextos ceremoniales, anclas o proas podían ser localizados adornando algún templo. Proas que podían llevar tallados relieves y dibujos como ojos o cabezas como la de Medusa, o de Baco. Lo más común eran las representaciones de cabeza de animales como carneros, jabalíes, cabras con cuernos estilizados y aves. Estos adornos fueron evolucionando y pasaron a ser algo más que decorativo, más bien empezaron a formar parte de la estructura del casco de la proa. Así mostraban una especie de naturaleza intrínseca, daba vida al barco, imágenes antropomórficas o zoomórficas que servían para invocar la protección de los dioses durante las largas travesías.
Los sacrificios de animales eran ofrecidos por griegos y romanos al salir a la mar para combatir en las grandes batallas dando muerte a toros, bueyes, ovejas y cabras. La sangre era vertida por completo, en un altar, en la cubierta del barco, para después arrojar las entrañas al mar. Podían quemar al animal total o parcialmente para después repartir su carne como comida. Los intestinos y partes concretas del cadáver del animal podían ser cortados y quemados para ser ofrecidos a los dioses.
Cuando los peligros eran más graves o inminentes, fuertes tempestades o tiempos de guerra, los sacrificados eran hombres. Como durante las guerras persas, los griegos sacrificaban a prisioneros persas en el puerto, al costado de los barcos. Lo hacían como ofrenda al dios Dionisio hijo de Zeus.
Idomeneo, rey de la isla de Creta en la mitología griega prometió sacrificar para Poseidón el primer ser viviente que se encontrara al llegar a tierra después de sufrir una gran tormenta. Para desgracia del rey fue su hijo el primero en ver al que tuvo que dar muerte sin contemplaciones.
Pero no solo sacrificios y rituales eran practicados por los pueblos antiguos del mediterráneo, sino que paralelamente en otros lugares del mundo, otros pueblos muy distantes realizaban similares ofrendas. Pueblos de otros mares como los antiguos chinos arrojaban hombres al mar durante las tormentas para apaciguar a los dioses enojados. Los indígenas de las islas Fijis sacrificaban vidas humanas lanzándolos a los dioses encarnados en tiburones o para librar de la mala suerte sus canoas arrojaban perros al mar.
Pueblos del interior que eran bañados por ríos y lagos también realizaban rituales a sus dioses. Antiguos pobladores indígenas de Centroamérica sacrificaban a humanos como ofrenda a los espíritus de los ríos montañosos. Los niños eran arrojados a los remolinos que se formaban en lagos y lagunas para ser hundidos y saciar a los dioses de las cuevas submarinas. Las tribus rusas sacrificaban a caballos como ofrendas a los espíritus de los ríos. Los pueblos filipinos sacrificaban a los caimanes para satisfacer a los espíritus del río.
La lista de dioses y deidades que han sido venerados es inmensa algunos de los más representativos podrían ser; Salacia (esposa de Neptuno y diosa del mar salado), Achelous (dios del rio más grande de Grecia el Aqueloo y jefe de los espíritus de todos los ríos), Tritón (dios romano del mar creador de las olas), Neptuno (dios romano del agua dulce y el mar), Poseidón (dios griego del mar), Tiamat (diosa babilónica del océano que daba a luz serpientes marinas), Gong Gong (dios monstruo marino de la mitología China, responsable de lluvias e inundaciones), Dakuwaqa (dios Fiji del mar mitad tiburón que protegía a los pescadores), Agwé (dios haitiano de la vida marina y protector de pescadores), Ikatere (dios pez maorí y polinesio, padre de las criaturas marinas)…
Sacrificios y rituales han sido consumados en todas las épocas por pueblos salvajes y civilizados para así conseguir los favores de dioses y divinidades.Han sido los pueblos bañados por mares y ríos los que han ayudado a extender y mantener algunas de estas creencias hasta nuestros días.