Pirámides en España

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Hace unos días que el pregonado programa del misterio, Cuarto Milenio, nos sorprendía con un intrigante documento gráfico que hacía referencia a una enigmática elevación de terreno, la cual se alza en tierras de Cuenca con el nombre de “Cerro de El Cabezuelo”. Fue registrado allá por los años 70 del siglo XX, pero no es hasta 2004 cuando se declara yacimiento histórico de la humanidad a la edificación que corona su cumbre con el nombre de “Castro del Calvillo”, según nos cuenta Manuel Abril, quien en 2011 decidió indagar en esa construcción de la cúspide. “La pirámide de Cañete”, nombre otorgado por su descubridor, se trata de una indiscreta colina que se erige en mitad de un extenso valle y que como su propio descubridor mencionaba humildemente en su aparición televisiva:

 …descubrir una pirámide al lado de una carretera nacional, que además se asoman los escalones, pues no le veo mucho merito la verdad.

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Cerro de El Cabezuelo.

Al parecer, Manuel Abril no es la única persona que hace mención de una estructura piramidal en España. Otros investigadores como Georgios Díaz─Montexano en calidad de pionero en la península, sin tal reconocimiento público por desgracia, las lleva reportando desde inicios del siglo XXI. Según sus propias palabras, Georgios, ya reportó la posible pirámide de Cuenca, una más en Codes (Guadalajara) y otras tantas que comenta en su ensayo titulado “¿Pirámides en Iberia?”. Soliman Orta también ha reportado en su página “tartessos.info”, la existencia de construcciones similares en Sevilla; además tenemos a, José Gregorio González, un periodista que decidió reavivar en España el recuerdo de las “Pirámides de Güimar” (Canarias), unos amontonamientos escalonados de piedras que según nos cuenta la historia fueron perpetrado por campesinos del siglo XIX, al parecer tras despejar de piedras unas fincas que se iban a dedicar a la explotación de la cochinilla, y que por aquellos entonces recibieron el nombre de Majanos de Chacona.

Todos han hecho mención de dichos hallazgos, y las respuestas que han encontrado en su correspondiente cátedra, no distan mucho del mero desprecio. A excepción de los mencionados majanos, que se quieren entender como un simple aprovechamiento de espacio, las autoridades arguyen que el resto se tratan de antiguos castros celtiberos y que por lo tanto no son más que vetustas edificaciones situadas en elevaciones de terreno para controlar territorios. Y hasta ahí podemos leer.

Si los expertos no han avanzado en el terreno, no sería lícito por mi parte tomarme la libertad de elaborar una teoría peregrina al respecto y procurar comer de ello. Sin embargo, es evidente que cuando las puertas de lo oficial se entrecierran, se abren de par en par las ventanas de la especulación.

Probablemente puedan tratarse de castros construidos unos pocos cientos de años antes de nuestra era, como nos cuentan, y es como poco curioso sabiendo que los celtas pertenecían a las poblaciones indoeuropeas, de modo que sabemos que fueron acarreando desde el este sus conocimientos procedentes de alguna parte del Asía meridional y por alguna razón buscaban pequeños montículos para construir en las cúspides sus fortificaciones. Algo que extrañamente a algunos nos transporta a recordar las pirámides de la región de Xi´an en China, cuyas cúspides están sesgadas como si algún emperador caprichoso, en un remoto momento de la historia, hubiese decidido borrar de ellas una parte de la historia que hoy desconocemos casi por completo. De hecho, lo poco que sabemos sobre las pirámides de China a parte de la cruda versión oficial que se limita a tachar todas estas edificaciones de atalayas o mausoleos, sucede que existe una leyenda sobre el primer emperador de China, Qin Shi Huang, la cual insinúa que indagó y descubrió inscripciones que hacían referencia a que aquellas elevaciones que pueblan el extenso corazón de la gran potencia asiática, habían sido construidas por unos seres altos, de piel y ojos claros que bien pudiese tratarse de antepasados de los celtas o arios, razón por la cual tomó la determinación de tabulizar el asunto para mantener a las pretenciosas civilizaciones de occidente al margen del hallazgo. Sin embargo, como versión romántica oficializada nos queda que el propio Emperador Amarillo, el remoto Huang di, mandó construir todas las pirámides para enterrarse en una de ellas y evitar de este modo que nadie profanase su tumba, matando a todos los constructores al terminar tan inconmensurable obra.

Pirámide de Xi'an, similar a la posible pirámide del cerro de El Cabezuelo.
Pirámide de Xi’an, similar a la posible pirámide del cerro de El Cabezuelo.

Eso es al menos lo que suscitan los castros celtiberos, aunque, a parte de las técnicas de imitación que toda civilización suele madurar con esmero y pudieron traer quienes llegaron desde oriente, es obvio que construir en terreno elevado forma parte de la lógica que alcanza todo pueblo que hubiese descubierto la importancia de controlar el terreno. No obstante, volviendo en cuestión a la pirámide sugerida en la nave del misterio, es cierto que el aspecto del “Cerro de El Cabezuelo” no se asemeja tanto a un castro como sugiere el propio Manuel Abril y es que pareciera que todo el montículo estuviese puesto ahí en forma artificial a juzgar por la desarmonización del paraje que provoca en la amplia vaguada, pero esto es mera especulación mientras que nadie decida ponerse a excavar en la zona con más medios para arrojar luz sobre el asunto. De momento, nos tendremos que conformar con las indagaciones de Manuel, que al menos, ya revelan una vasta construcción escalonada que no es nada común en el resto de castros documentados.

En cualquier caso, siempre algo místico resuena en nuestro interior cuando escuchamos hablar de pirámides. Éstas parecen estar desperdigadas por todas partes (América latina, Bosnia, Egipto, China, Japón…) y aunque existan diferencias ostensibles en sus estructuras (escalonadas, lisas, enterradas o sumergidas por la naturaleza…), todas responden a un mismo patrón y por lo tanto a una misma forma de transmitir un concepto.

Si nos detenemos unos segundos a pensar que mañana pueda ocurrir una catástrofe que erradique a la mayor parte de la humanidad, no lo quiera el Cosmos del cual formamos parte integrada, hurgando en esa supuesta hecatombe rápidamente llegaremos a la conclusión de que pasado un buen puñado de miles de años, tan solo quedará nuestra huella en forma de algunos edificios enormes que se conservarán descuidados al extremo y los cuales serán localizados en zonas desperdigadas de la Tierra. Precisamente eso parecen susurrarnos las edificaciones piramidales que surgen por el mundo: Este planeta floreció y alcanzó el esplendor de estar todos conectados, al menos eso suscita el hecho de que se replicaran las pirámides en mejor o peor forma por todas partes, pero algo salió mal. De modo que como humanidad, nosotros, sus hermanos del futuro, debiéramos velar con suma cautela para que no nos ocurra lo mismo y concienciarnos de una vez con el lugar que cohabitamos. Aunque, más allá de ese mero mensaje de alerta que podemos escudriñar, existe un detalle mucho más positivo y claro que también se desgrana: ¡Pase lo que pase, la vida continuará!

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Miguel Ángel Alijarte Piñar
Escritor, residente en Granada. Ha trabajado en comercio y distribución antes de pasar una temporada dedicado a la vida contemplativa. Fruto de sus reflexiones, publicó en 2012 la novela 'El niño lanzó la piedra', a la que siguió en 2013 'Cuento a la vida'. 'Diario de un ignorante' es su último libro (gratis en Internet). Actualmente, trabaja en su próxima novela 'Bromas'.

2 Comentarios

  1. Nosotros hemos ido a ver la pirámide de Cañete ( Cuena) y no hace falta ser un experto para darse cuenta de que no es una simple montaña, es expectacular y me encantaría que algún día se pudiese saber más sobre como es, quien la costruyó de que año data..etc.

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