La historia que hoy os contamos es totalmente real y ocurrió no hace mucho tiempo, cuando unos jóvenes decidieron salir a pescar en bote para pasar el día libre. Aquel bonito día empeoraría por la tarde debido a una fuerte tormenta que se inició en pocas horas. El barco y sus ocupantes desaparecieron y nunca más fueron vistos, excepto a uno. Al cabo de diez años unos restos óseos aparecieron en un lugar remoto, trataremos el misterioso final de los tripulantes del Sarah Joe.
A media mañana, un día 11 de febrero de 1979, cinco jóvenes decidieron tomarse un respiro, ya que se encontraban ayudando en la construcción de una casa para uno de ellos como buenos amigos que eran. Salieron a pescar en un pequeño bote a motor, de fibra de vidrio, de casi 6 metros de eslora llamado Sarah Joe. Estos jóvenes eran pescadores experimentados a parte de dedicarse a sus profesiones. Se llamaban Benjamin Kalama, Scott Moorman, Patrick Woessner, Peter Hanchett y Ralph Malaiakini.
Eligieron un día bonito y en calma para salir de pesca desde un sitio paradisiaco, lugar donde vivían, la isla hawaiana de Maui. El día parecía prometer y partieron ilusionados hacia una de las zonas conocidas para pescar. A las pocas horas, se empezó a levantar mucho viento y la mar dejó de estar en calma. El oleaje comenzó a ser más violento acompañado de una fuerte lluvia que azotó a esta pequeña isla del pacífico.
Los amigos y familiares que tenían conocimiento de la salida del Sarah Joe empezaron a vigilar la costa y las playas por si veían al barco regresar ya que el mal tiempo que se desató no auguraba un buen final. Al día siguiente no había noticias de ellos y los amigos y familiares decidieron ir a buscarlos. Pero la suerte no les acompañó, nadie los había visto después del día que partieron. Los servicios de guardacostas fueron llamados y salieron también en su búsqueda. Búsqueda que se realizó durante tan solo cinco días, sin éxito alguno. Familiares y amigos disgustados con los guardacostas por haber dejado la operación tan pronto, prosiguieron con el rastreo, mirando en playas e islas cercanas, como John Hanchett padre de uno de ellos quien salió con un amigo biólogo llamado Naughton.
Insólitamente, casi diez años después, en septiembre de 1988, a unas 2.300 millas al oeste, en concreto en las Islas Marshall, el biólogo Naughton, amigo del padre del desaparecido Peter Hanchett, se encontraba realizando un estudio sobre la naturaleza salvaje de estas islas, en concreto observando a las tortugas verdes del atolón de Taongi o Bokak, cuando realizó un sorprendente hallazgo. Descubrió un pequeño bote naufragado en una playa. Decidió acercarse y comprobó que se trataba de una embarcación de matrícula de HA (Hawaiian Islands) seguido de una numeración. A unos 50 metros de este bote pudo comprobar la existencia de una tumba realizada con piedras de muy poca profundidad con una cruz de madera procedente de un naufragio. De la tierra movida de la tumba asomaba un hueso que se trataba de un trozo de mandíbula humana. Pese a que continuó buscando no encontró más restos en las inmediaciones.
Nuestro biólogo contactó con el servicio de guardacostas sobre este descubrimiento quienes después de comprobar la matrícula, informaron que sorprendentemente se trataba de los restos del Sarah Joe. Habían encontrado al Sarah Joe casi diez años después de su pérdida a una gran distancia de donde se perdió.
Los análisis de la mandíbula realizado por el Laboratorio Central de la Armada americana en Hawái, verificaron que aquellos restos correspondían a uno de los miembros de la tripulación, en concreto eran de Scott Moorman, aunque no pudieron establecer la causa de la muerte ni cuándo se produjo. Entre los restos encontraron unos trozos de papel o cuartillas que escondían una lámina de estaño en el centro de cada cuartilla. Realmente era extraño este hallazgo que no aclaró nada. Algunos expertos opinaron que aquellas hojas representaban una manera de venerar a los muertos, era una especie de ritual o funeral cuyo posible origen estaba en China o Taiwan. Simbolizaba el dinero para ser usado en el otro mundo, para que los muertos tuvieran fortuna en el otro lado, en el mundo espiritual. Quizás el cadáver de Scott fuese encontrado por alguien de origen asiático quien no se dio a conocer por su posible situación ilegal en aquellas islas y le dio sepultura finalmente.
A los 6 años de la desaparición del Sarah Joe se realizó una investigación en el atolón de Taongi por un inspector del gobierno americano que no encontró ningún resto de embarcación o resto humano. Surgen por tanto numerosas dudas, ¿donde había estado el bote desde esta inspección del atolón hasta el día que lo encontraron?, ¿cómo murió Moorman y que fue lo que le pasó?, ¿porqué estaba tan cerca del bote y completamente solo, sin los restos de ningún compañero?, ¿quién lo encontró y enterró?, ¿qué le pasó al resto de la tripulación?, ¿cómo llegó tan lejos el bote?.
Se especula que Moorman se pudo atar un cabo al bote durante la tormenta de ahí que apareciera junto a él y el resto de la tripulación cayera al mar. Hoy en día siguen siendo recordados en estas islas paradisíacas durante el aniversario de la desaparición. Se plantaron cinco árboles en la ciudad de Hana en honor a los cinco tripulantes. Lo único que está claro es que sigue siendo un misterio sin resolver y no se conoce que fue lo que ocurrió realmente con los tripulantes del Sarah Joe. El océano una vez más guardó para sí el verdadero desenlace de esta historia real con un trágico final.
Excelente e interesante artículo JASS, de un caso muy poco conocido y dsconocido por mi.
Muchas gracias Juan, intentamos dar a conocer casos insólitos 😉