El mal encubierto de las peleas de animales

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En numerosas ocasiones, los únicos datos relativos a determinadas especies que conocemos, son aquellos relacionados con sus capacidades para la lucha. Muchas bestias aparecen en los escudos y símbolos de todas las naciones del mundo, desde tiempos inmemoriales, definiendo la fuerza y astucia de los padres fundadores de las distintas civilizaciones a lo largo de la historia.

Por desgracia, las cualidades de multitud de especies animales en lo referente a la fuerza y a las armas dotadas por millones de anos de evolución no solo han abierto un hueco en la historia de la heráldica a los animales, sino que también han provocado el deseo del ser humano de reproducir en nuestro entorno lo que consideramos «comportamiento natural de una especie». Por desgracia, este tipo de actividades, incluso a día de hoy, son frecuentes en el folclore de muchos pueblos, incluso en países desarrollados.

La lucha animal no es mas que el final de un largo proceso de evasión de la misma. De hecho, en la mayoría de los casos, no es mas que la única alternativa de los contendientes. Puede pensarse, que animales armados de dientes y garras tienen poco que temer al hecho de entablar una lucha cuerpo a cuerpo. Pero lo cierto, es que sus oponentes también están bien armados, por lo que una lucha puede ser sinónimo de muerte, o incluso en el caso de que esta no se produzca, si pueden quedar heridas o lesiones que interfieran en el normal desarrollo de la actividad del animal, llevando de manera indirecta a la muerte del mismo. La lucha es, por ello, un asunto que debe evitarse a toda costa. Incluso tratándose de una presa que es atacada por un depredador, esta puede causar heridas al mismo al defenderse.

Desgranemos el proceso normal en una situación ofensiva entre animales. La respuesta a una ofensa, o posible ofensa, puede tener tres salidas posibles:

  • -Huida.
  • Intimidación.
  • Combate.

A continuación, planteamos ejemplos en cada caso:

En los desiertos del Suroeste de Los Estados Unidos, una serpiente de cascabel toma el sol matutino para retener el calor suficiente que le permita desarrollar su actividad diurna. Una vez ha alcanzado la temperatura deseada, comienza a moverse sobre el árido suelo. Posando la mandíbula sobre el suelo puede percibir las vibraciones de los animales que se mueven a su alrededor. Esta vez, unas sospechosas vibraciones le llegan. No es un ratón, ni ningún otro tipo de presa. Un ave rapaz se ha posado a unos metros, y la observa fijamente. La serpiente se queda inmóvil, intentado no llamar la atención de la rapaz, pero ya es demasiado tarde, pues el ave ya la ha visto moverse con anterioridad. El reptil podría, en caso de necesidad, usar su mordisco como modo de defensa, pero el ave aun se encuentra demasiado lejos como para acertar, ademas del hecho de que dejar a la rapaz acercarse con la esperanza de acertar en el blanco podría ser arriesgado para el reptil. Por suerte para el ofidio, algo que no falta en el pedregoso desierto que le sirve de hogar son los cactus y otras plantas espinosas. Una rápida carrera hasta situarse entre las agujas de un cactus cercano lo libran del peligro. En este caso, y debido al escaso tiempo que la serpiente ha tenido para calibrar el riesgo, la huida se ha convertido (como en la mayoría de las ocasiones) en el método de defensa mas adecuado.

En los bosques de la Península Ibérica también hay sitio para los gladiadores. Y es que los ambientes forestales de la que los romanos llamaron Hispania esconden animales de lo mas curiosos.

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El torcecuellos euroasiatico (Jynx torquilla)

El torcecuellos euroasiatico (Jynx torquilla), un representante de la familia de los picudos, en la que se encuentran los famosos pájaros carpinteros. Pero este representante no sobresale por taladrar arboles ayudándose de su pico, sino por la manera en que se defiende de sus depredadores. Suele alimentarse en el suelo, donde abundan sus presas, pero donde por desgracia, también es más fácil toparse con un depredador.

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El hurón europeo (Mustela putorius).

El hurón europeo (Mustela putorius), pariente de la nutria y el tejón. Mamífero carnívoro del tamaño de un gato muy común en nuestros bosques. De encontrar un torcecuello por su camino, puede pensarse que el ave no tendría nada que hacer. El caso de verse acorralado, sin posibilidad de echar a volar, el torcecuellos puede parecer indefenso. No posee colmillos ni garras, pero si una extrema inteligencia. Las plumas de su cuello son eréctiles, lo que da la sensación de estar ante un animal de mayor tamaño. Ademas, ante una amenaza, bufa, como si de una víbora se tratase. Puede pensarse que seria difícil confundir a un ave con una serpiente, pero lo cierto es que los hurones son altamente miopes. Cierto es que son valientes como depredadores, a pesar de su pequeño tamaño, atreviéndose con presas que les igualan en tamaño, pero una víbora venenosa es harina de otro costal. Vemos como, ante la imposibilidad de huir, una buena intimidación es una buena opción. En la intimidación, ambos animales se evalúan mutuamente. Ambos intentaran aparentar mas fuertes y grandes de lo que son. Muchos mamíferos, incluso nuestros perros y gatos domésticos pueden erizar el pelo, dando sensación de ser mas grandes. Incluso comenzaran a caminar en círculos, mostrando todo su cuerpo, dando una idea de su tamaño total. Debemos recordar que hay que evitar la pelea a toda costa. Mostrar los colmillos o las garras sin intención directa de ataque también ayuda. Algunas estrategias de intimidación en el reino animal podrían parecer verdaderas coreografías.

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El pavo real (Pavo cristatus).

El pavo real (Pavo cristatus), posee uno de los atuendos de plumas mas elegantes del reino animal. Pero, hay algo mas a parte de elegancia? Pues si. Si nos fijamos, cada una de las multiples plumar brillantes que adornan su frondosa cola imita a la perfeccion a un ojo. Los depredadores normalmente intentan dirigir sus ataques a la cabeza de sus presas, donde hay mas probabilidad de asestar un golpe mortal. Pero, como situar la cabeza en el cuerpo de un animal que parece repleto de ojos? Muchos depredadores se desesperan y acaban optando por buscar una presa mas facil.

imagesAlgunas especies de tiburón, especialmente el tiburón gris de arrecifa (Carcharhinus amblyrhynchos) realizan elaborados movimientos, retorciéndose y arqueando el lomo en señal de ofensa. Raramente atacan sin avisar, y se ha observado que los individuos que «danzaban» antes de atacar, con frecuencia habían sido previamente atacados por otros animales y presentaban numerosas heridas a lo largo del cuerpo.

Hemos observado que una huida puede no ser factible, y una intimidación, por elaborada que sea, puede no ser suficiente. En muchas ocasiones, la única solución es el combate. Por extraño que parezca, el mayor enemigo de un animal es otro ejemplar de su misma especie.

En los bosques de la India se esconde uno de los félidos de mayor tamaño: el tigre de Bengala (Panthera tigris tigris), un animal solitario y el mayor depredador del subcontinente indio. Puede incluso enfrentarse a otros depredadores como el oso. Las hembras crían solas a los cachorros. Parece que los machos del tigre no son padres demasiado devotos, pero seria quedarnos cortos. La mayor amenaza para los cachorros de tigre son esos mismos tigres macho.

Una tigresa amamanta a sus tres cachorros camuflada entre la maleza de un bosque en La India. No se ha dado cuenta de que, a unas decenas de metros, un tigre macho la ha descubierto. Un ligero giro de las orejas de la hembra, la pone al tanto de la situación. Los cachorros son una comida fácil para el tigre macho, que no cesara en su empeño de darles caza. La tigresa se levanta del suelo. No hay posibilidad de huida. De hacerlo, sus jóvenes cachorros no serán capaces de seguirla, y sucumbirán al ataque del macho. La tigresa avanza, y ambos adultos se encuentra en campo abierto. Comienzan entonces los intentos de intimidación. La hembra muestra los dientes y eriza el pelo del lomo. No impresiona al macho, que la supera ampliamente en tamaño. A ambos adultos solo les queda una opción: enfrentarse. Curiosamente el tigre es uno de los depredadores a los que mas le conviene evitar las confrontaciones físicas. Son animales solitarios, y el hecho de poder cazar depende única y exclusivamente de sus condiciones físicas. Una herida, por no hablar de una extremidad lesionada de gravedad, les impediría realizarlo correctamente y por ello acabaría sucumbiendo al hambre.

El combate dura poco. A penas un asalto de unos segundos. Los golpes no son demasiado fuertes, se limitan únicamente a algunos zarpazos y ambos animales logran zafarse de los mordiscos del atacante sin que este pueda hundir sus colmillos en la carne el tiempo suficiente para realizar lesiones mayores. El tigre macho acaba entendiendo la situación. Lo que al principio parencían unas presas muy fáciles (tratándose de cachorros sin capacidad de defensa propia ninguna), acaban siendo huesos duros de roer protegidos por una tigresa de 160 kilogramos de peso. El macho opta pues, por la huida tras el breve combate con la hembra.

En muchos países vemos como, por desgracia, son habituales los «espectáculos» en los que dos o más animales combaten entre si. Obviamente estos actos no están exentos de polémica. Sus defensores alegan que los animales solo están llevando a cabo las actividades que realizan de manera habitual en la naturaleza. Pero, como ya hemos visto, esa descripción es demasiado breve, al mismo tiempo que se delata a si misma. El combate siempre es, valga la redundancia, la ultima opción. Aquí se encuentra le primer fallo. Los combates «artificiales» entre animales siempre se llevan a cabo en recintos cerrados, delimitados por verjas o barreras que impiden la primer opción (la huida). Una intimidación ademas no servirá para nada, si bien los enfrentamientos de animales tienen el añadido atractivo entre las personas de las exhibiciones que los mismos realizan antes de combatir. Por ello, los animales encerrados entre esas cuatro paredes o barreras se ven obligados a pelear. El combate en la naturaleza acaba en la mayoría de las ocasiones provocando la huida de uno o mas de los contrincantes (aunque tampoco son escasos los combates a muerte). En el entorno humano, sin embargo, prácticamente la única opción que existe es la segunda.

Los animales poseen ademas protecciones brindadas por la naturaleza que les ayudan durante los enfrentamientos. La famosa melena del leon no es mas que una «armadura», contra los zarpazos y mordiscos de sus adversarios durante los combates. Aun asi, en múltiples ocasiones, las peleas por el territorio y el control de las manadas entre leones machos rivales son a muerte.

Sin embargo, dichas protecciones son en el caso de los combates provocados por humanos «robadas» a los animales. En las peleas de gallos, por ejemplo, se les suele recortar el plumaje y las crestas a los gallos, dejando la piel expuesta, lo que facilita las lesiones provocadas por los otros gallos mediante el uso del pico o los espolones.

Pelea de gallos en que ambos animales han sido desprovistos de una parte importante de sus plumajes.

Ademas de retirarles sus defensas naturales ante las heridas, a muchos de estos animales, tanto en el caso de los gallos de pelea, como en el de muchos otros animales empleados por desgracia en estos afares, es habitual el uso de fármacos que alteran las percepciones sensoriales de los animales, volviéndolos mas agresivos y aumentando la crueldad de los combates. En nuestras manos esta acabar con estos mal llamados «espectáculos».

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Juan José Alférez Cara
Biólogo. Le fascina la naturaleza y esa fuerza moduladora que durante millones de años ha dado lugar a todas las formas de vida que hoy habitan La Tierra, llamada Evolución, y que también ha servido de lienzo para las leyendas de todos esos escritores desde la Antigua Grecia hasta el Siglo XXI. Contacto:juanjoalferez1@gmail.com

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