La tripulación del USS Indianapolis que fue carnaza de los tiburones

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El USS Indianápolis fue uno de los mejores buques de guerra de la Armada de los Estados Unidos, sin duda buque insignia durante los años duros de la Segunda Guerra Mundial. Fue el orgullo de una nación, sin embargo tuvo un desastroso final propiciado por el ataque de un submarino japonés y una serie de negligencias que demoraron el rescate por más de 4 días. Quedó hundido en algún lugar de las aguas entre Filipinas y Guam en las Islas Marianas del Norte. Como colofón a la desgracia, los pocos supervivientes que lograron saltar al agua sufrieron una de una de las mayores carnicerías que se conocen, la tripulación que fue carnaza de los tiburones.

El USS Indianápolis era un imponente crucero  clase Portland, de gran tamaño con una eslora de casi 190 metros y con una increíble autonomía y alcance de más de 10.000 millas náuticas (18.520 km). Fue botado en 1931, un 7 de noviembre, en los Astilleros New York Shipbuilding. Fue construido en serie y considerado como el más moderno del mundo en aquellos años. Sin embargo tenía un punto débil y era la delgadez de su chapa, su estructura era fina y ligera para conseguir que el barco se desplazara más rápido. Podía alcanzar la friolera velocidad de 32 nudos alimentado por 8 calderas y 4 turbinas. Pero su potencial radicaba en su armamento, nada menos que 17 cañones de grande y mediano calibre complementado con 8 ametralladores.

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Fotografía del USS Indianapolis en 1944.

Este crucero, conocido coloquialmente como Indy, estuvo involucrado en varias misiones importantes y era siempre mostrado como ejemplo de potencial marítimo naval al resto de naciones. En los año 40 tuvo su base en Pearl Harbor, aunque sospechosamente fue ordenado a partir para realizar unas maniobras militares dos días antes del conocido ataque japonés, un 5 de diciembre de 1941. Esto alimentó la idea o la teoría de que los americanos sabían con antelación que iban a ser atacados.

Según testimonios de tripulantes del Indianápolis, en poco más de una hora, el barco se avitualló de provisiones y munición. Nunca habían salido tan rápido de un puerto, aquella situación extrañó a la tripulación.

Ya declarada la guerra con Japón tuvo un papel invasor y estuvo arribando a numerosas islas y atolones del  Pacífico. Como el asedio a la isla de Okinawa donde estuvieron más de una semana disparando con la artillería pesada. Derribó varios aviones japoneses pero sufrió el ataque de un kamikaze japonés que lo dejó gravemente dañado provocando la muerte de algunos hombres e hiriendo a una veintena. Después de este ataque tuvo que ser reparado de urgencia ya que sufrió daños en las calderas así como en alguna de sus cubiertas.

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Maqueta de la bomba atómica «Little boy».

Partirían desde San Francisco un 16 de julio de 1945 para llevar a cabo su siguiente misión, una de las más delicadas y súper secretas. Consistiría en llevar algunas partes de la bomba atómica (Little Boy) que sería lanzada en Hiroshima. En concreto transportarían uranio 235, capaz de provocar una reacción en cadena de fisión. Iba almacenado en un tanque de plomo para ser ensamblado en una base militar en el  atolón de Tinián en el Océano Pacífico, ya que allí se encontraban los bombarderos B-29. Todo se hizo bajo el más estricto secreto, su propia tripulación formada por 1.200 hombres nunca supieron lo que realmente transportaban.

El 29 de julio de 1945 cuando iba rumbo a Filipinas, en concreto hacia el golfo de Leyte, fue descubierto por un submarino japonés, el I-58 submarino del tipo B3, capaces de transportar un hidroavión. Este submarino de 107 metros de eslora se encontraba realizando unos ejercicios de entrenamiento, en los que la tripulación se formaría para prepararse ante una posible invasión norteamericana. Pronto el submarino se daría cuenta que aquella mole de barco no iba escoltada por ninguna unidad así como no iba realizando ninguna maniobra evasiva anti torpedo, como por ejemplo la usual navegación en zigzag.  El Indianápolis carecía de sensores de guerra antisubmarina, por tanto no detectó la presencia de aquel submarino japonés. De inmediato el I-58 se sumergió a una adecuada profundidad y se preparó buscando la mejor demora posible para poder abatir al crucero con sus torpedos. Esperaron a que se encontraran a una distancia optima de unas 2 millas para no ser descubiertos  y cargaron los seis tubos lanzatorpedos de 53 cm.

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Imagen del submarino japonés I-58.

El 30 de julio pasada la medianoche, el submarino  disparó el primer torpedo de seis que tenían preparados. Fueron lanzados con un intervalo de 2 segundos. El primero dio de pleno en el Indianápolis, por estribor y cerca de la proa.  Se generó una gran explosión que provocó un gran agujero por donde empezó a entrar agua sin tregua. El segundo torpedo más centrado casi parte literalmente al buque por la mitad. Pronto el barco empezó a escorarse por su costado de estribor. El submarino extrañamente prosiguió con su rumbo sin acercarse al buque. Quizás lo hizo como medida de prevención por si otras unidades lo localizaban. Ya que la práctica habitual de la Armada Imperial Japonesa era asesinar deliberadamente a los supervivientes o prisioneros.

En menos de 12 minutos, el imponente barco se sumergiría para siempre. Unos trescientos hombres murieron con los impactos de los torpedos y se hundieron con el barco. Otros  800 tripulantes tuvieron tiempo de lanzarse al agua.

Pero para sorpresa de todos, ante aquella calamitosa escena de explosiones  e incendios, empezaron a aparecer tiburones tigres y azules atraídos por la sangre de los heridos y cadáveres. Fue una noche muy larga, entre gritos y sollozos de supervivientes mal heridos.  Los escualos empezaron a devorar primero a aquellos cadáveres que se encontraban flotando para luego dedicarse a atacar a los heridos. Pronto el agua se teñiría de rojo y muchos más tiburones estuvieron acechando durante la noche.  Algunos hombres  escaparon por suerte de ser devorados por los tiburones ya que existía un gran numero de cadáveres todavía alrededor. Fue una primera noche que recuerdan alguno de sus supervivientes como una autentica masacre que discurría entre gritos desgarradores y llantos. Los que estaban con vida llegaron a agradecer el estar rodeados de decenas de muertos y se agrupaban para sentirse más protegidos. Algunos eran rozados y golpeados por los escualos y no sabían si iban a ser atacados. Veían como se acercaban sus sombras merodeando.

La Armada Americana  no se enteró de lo ocurrido, nadie los echó de menos ya que desconocían en que posición estaban. Tardaron aproximadamente unos 4 días en darse cuenta de aquella tragedia. Cerca de 600 hombres murieron en el agua en aquellas largas noches  con sus correspondientes días. Hombres que perecieron en su mayoría cebo de los tiburones los cuales sobrepasaban los 4 metros. El sol abrasador del día y el frio de la noche empezó a hacer mella en aquellos hombres, deshidratados, heridos, y sin fuerzas, morirían muchos ahogados.

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Imagen de un tripulante superviviente del USS Indianápolis siendo atendido de sus heridas.

No se inició ninguna operación de rescate pero fueron vistos por suerte por un hidroavión que sobrevolaba aquella zona un 2 de agosto de 1945. Pronto se activaría la operación de rescate acudiendo al lugar numerosos  barcos que recuperarían del mar a tan solo 316 hombres con vida, incluido el comandante del buque, el resto murió. Toda la operación de rescate se demoró gracias a una serie de negligencias. Como por ejemplo la del comandante borracho de una estación radio en tierra quien no registró ni oyó la señal de socorro del Indianapolis ya que posiblemente no permaneció a la escucha en los horarios establecidos  o no se tomó en serio las señales recibidas. Sin embargo  algunas fuentes informan de que no dio tiempo a emitir señal alguna ya que el segundo impacto de torpedo anuló todo el suministro eléctrico procedente de las máquinas. Aunque en estos buques al igual que en la actualidad, existían equipos radio autónomos que funcionaban con baterías propias para poder realizar transmisiones radio de socorro.  Increíblemente nadie echó en falta al buque en su siguiente puerto de destino. Al parecer nadie los esperaba,  ya que el comandante, Charles Butter Mcvay III,  no había informado por mensaje de su ruta ni de la ETA (Estimated Time of Arrival) al siguiente puerto. El comandante fue culpado de no realizar navegación en zigzag confiado que en aquellas aguas filipinas no existía amenaza real de los japoneses.  Se le culpó de no haber ordenado una evacuación segura y fue sometido a un consejo de guerra. Años después fue exculpado aunque se disparó en la cabeza acabando con su vida en 1968 al no soportar la presión.

El barco nunca fue encontrado desde su hundimiento ya que no existe ninguna señal de socorro ni ningún registro que informe de su posición exacta. Gracias a otro barco el LST 779, pequeño barco de desembarco para operaciones anfibias, se especula donde podría estar hundido. Gracias a los datos de este buque que adelantó al Indianápolis justo 11 horas antes de ser alcanzado por los torpedos del submarino japonés.  Se cree que el  USS Indianápolis iba aventajado unas 25 millas respecto a su ruta. Recientemente se han organizado varias expediciones de búsqueda sin éxito y se cree que se puede encontrar a mas de 3.000 metros de profundidad en este recóndito lado del mundo.

 

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JASS
Ingeniero de sistemas navales, seguidor del misterio, del fenómeno OVNI y de lo paranormal. Skywatcher, astronauta de salón, y sobre todo cadista. Le gusta escribir sobre historias de barcos. Colaborador en Informe Enigma. Cofundador y miembro del Grupo Zpectrum Cádiz Contacto: joseasanchezs72@gmail.com

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