La otra cara del Hospital del Tórax

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Muy pocos lugares tienen una leyenda tan oscura, tenebrosa, tan macabra y una historia tan dura y difícil de creer como es el Hospital del Tórax (Tarrasa). Actualmente convertido en el Parque Audiovisual de Cataluña. Su ]apariencia estética ha cambiado parcialmente, pero sus pasillos aun albergan el eco del horror de aquellos que solo creían en la desesperación, sus habitaciones aun reflejan recuerdos de dolor del pasado, y el ambiente en ese lugar por mucho que se empeñen en transformarlo es de una pesadumbre indescriptible.

Pero este lugar tal como han sufrido otros, solo son recordados por los acontecimientos que los pintaron con la pátina del dolor, ¿pero que hay de la otra parte de la historia?, la que no habla de muertes si no de felicidad, la que no habla de pasillos oscuros llenos de malos recuerdos, sino de un gran complejo capaz de albergar las mejores instalaciones para la época, la que no recuerda el lugar por una supuesto fantasma de una enfermera, sino que es recordado por el excelente personal que se volcaba en cuerpo y alma en la cura de los pacientes. Esta es la parte oculta del Hospital del Tórax…

La Historia

En 1952 abre sus puertas en el norte de Tarrasa, a las fueras de la ciudad en un lugar conocido como Placita del Buen Aire un complejo enorme destinado principalmente a albergar pacientes con enfermedades respiratorias (de ahí su nombre Tórax), como la tuberculosis, cáncer de pulmón etc… La ciudad fue elegida por su bajo índice de Tuberculosos y el lugar fue escogido estratégicamente debido a sus condiciones ideales, tales como clima templado en verano, protegido de viento, mucho sol, agua abundante, mucha fauna y vegetación y su ideal comunicación con la ciudad de Barcelona. Todo esto beneficiaba a los pacientes que ahí se recuperaban.

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Vista aérea del hospital

En 1972 el director general de sanidad recibía informes preocupantes sobre el Hospital del Tórax y su funcionamiento así que decide hacer una reestructuración de el mismo y se convierte finalmente en un hospital como cualquier otro, aunque continuaba siendo un referente enfermedades respiratorias. En esa reestructuración se destituye a los altos cargos que se encargaban del mismo por otros que al parecer tenían mejor prestigio y eran más capaces de gestionar un lugar como aquel. Pese a enfrentarse a diversas crisis con el personal y su manera de gestionar a los pacientes, el Hospital del tórax fue todo un pionero contra la lucha de la tuberculosis aplicando tratamientos novedosos, que reducían tanto la estancia como la cura de la misma que por aquel entonces era mínimo de 3 meses. En 1982 la estancia en el complejo se había reducido a 2 meses en los casos más leves, pero los ingresos rondaban los 800 al año y la tasa de curación de la enfermedad era del 96%, y las defunciones marcaban un total de un 4 %. El 31 de diciembre de 1986 se dio de alta al último internado y en 1997 finalmente la Generalitat ordena su cierre, dejando solamente una pequeña ala abierta en la parte baja del Hospital, La Residencia para Discapacitadas Psíquicos y Centro de día La Pineda.

En 2004 la Generalitat de Cataluña y el ayuntamiento de Terrassa acuerdan convertir el lugar en un centro audiovisual, y en 2010 todos los pacientes de la Pineda son trasladados a un centro en el centro de la ciudad, finalmente le complejo de edificios es adquirido por la Filmax y sufre remodelaciones y se convierte en un lugar lleno de platos de televisión y cine. 

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El hospital actualmente
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El hospital actualmente

El Edificio

Con una superficie de 66000 metros cuadrados. Tenía un cuerpo central compuesto por dos alas de ocho plantas de 227 metros cada una, a izquierda y derecha de este edifico principal se habría otros dos con un total de 14 plantas dividas en 7 por ala, lo que hacían de este monstruo de hormigón uno de los recintos más grandes dedicados a este tipo de enfermedades. Cada planta contaba con setenta camas, con habitaciones para seis pacientes, lavabos individuales dentro de cada habitación y con terraza propia donde los enfermos podían salir y cumplimentar su tratamiento con el aire que proporcionaba dicha ubicación.

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Además, cada planta disponía de comedor, sala de recreo y actividades, sala de curas, enfermería, baños y duchas. Disponía de cine y teatro donde se proyectaban películas y obras teatrales los sábados y domingos, tenía recintos para que los internos realizaran diversos talleres durante su estancia, un patio interior apodado la jungla donde galerías cerradas daban acceso aun iglesia con capacidad para 1000 personas, además de lavandería, cocinas, zonas de ocio, oficina de correos, salón de actos, barbería y peluquería, emisora de radio, asistenta social, economato para que los residentes pudieran comprar cuanto necesitaran, sala de autopsias y depósito de cadáveres así como quirófanos, UCI, habitaciones para el personal médico que residía ahí y cuanto podamos imaginar de un centro sanitario.

Los pacientes estaban destinados en lugares distintos según edad, sexo etc…La primera planta se distinguía por tener alojados en el lado derecho a los niños y en el izquierdo a las madres lactantes. El resto de plantas además de albergar pacientes tenían los servicios administrativos, salas de reunión etc. y en la novena planta estaba gestionada por las monjas de la orden de las carmelitas y se da a entender que ahí estaban los pacientes más grabes.

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La iglesia.
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Interior de la iglesia del hospital del toráx.
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El cine teatro del hospital

La leyenda negra

El Tórax tiene el índice de suicidios más elevado de nuestro país siendo este un número indeterminado exactamente a día de hoy. Cuentan que los enfermos se arrojaban de la novena planta hacia el patio central apodado la Jungla, creyendo que no tenían cura, y por qué creían que sus parientes los dejaban ahí para morir en vez de para recuperarse. Dicho pensamiento era originado por la lejanía del resto de las provincias de Cataluña e España, y los pocos medios económicos de algunos familiares que hacían que las visitas a veces fueran muy prolongadas, lo cual hacia pensar al interno que lo habían abandonado. Durante mucho tiempo la estancia de media era de un año y la enfermedad dolorosa lo cual hacia que corriese la histeria colectiva que en muchos casos acababa con el suicidio del paciente.

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Jardín central apodado la jungla, donde se dice acababan casi todos los suicidas

Desde que se abandonara en 1997, muchos curiosos se acercaban al lugar para ver de cerca esta mole de hormigón y acero, y es aquí cuando se encontraban según ellos con lo inexplicable e extraño, con lo no racional con lo que se escapa al entendimiento de toda persona lógica. Muchos de ellos a lo largo de los años han asegurado oír voces, lamentos, pasos lentos y prolongados por los pasillos, abrir y cerrar de puertas sin que hubiera corriente de aires, sensación de mal estar, agobio, opresión en el pecho incluso dicen a ver sido testigo de ver la figura fantasmal de una monja por sus pasillos.

Tras estos increíbles testimonios muchos grupos, entre los que me incluyo en mi adolescencia, nos hemos adentrado en sus enormes pasillos en la noche, hemos realizado investigaciones y se han podido registrar los aparatos de grabación voces, lamentos, jolgorio de niños en la zona del cine teatro, el motor del ascensor producir sonidos como de intentar encenderse, golpes en ventanas y puertas y una sensación de que siempre estas vigilado. 

La otra historia del Hospital del Tórax

Este fragmento de historia lo he podido recopilar de testimonios de familiares míos que estuvieron ingresados en aquel lugar durante un año, y esta es la historia que ellos recuerdan de lo que ellos llaman un lugar maravilloso:

Cuando llegabas a ese lugar por primera vez te quedabas impactado por lo enorme que era y te creías que era como un hospital normal pero no lo era, era impresionante un lugar esplendido con todo tipo de comodidades para que la estancia allí fuera lo más apacible posible. El lugar era inmenso, todo estaba impecable, un mármol blanco recubría el suelo de cada planta y el polvo en ese lugar no existía de lo limpio que estaba todo y mirases por la ventana que mirases solo veías hermosos paisajes (montañas, arboles, fuentes, jardines, muchísimas flores, etc.)

Los días de cada día a partir de las cinco de la tarde salíamos por las galerías internas al jardín interior y ese era el momento en el que te sentías como si no estuvieras enfermo. Cada planta disponía de su escalera exterior que te llevaba a dicho lugar y desde ahí cada uno hacia actividades cual quisieran (cien, teatro, talleres etc…)

Los sábados y domingos podíamos salir con nuestras familias más allá de los límites de la iglesia ya que esos campos también pertenecían al hospital, en aquellos años no eran para nada el desierto que es hoy, había árboles frutales, jardines, fuentes… allí podías hacer picnics y pasar un día estupendo con tus familiares en plena naturaleza y al aire libre. Hay que añadir que para que nuestros parientes vinieran a vernos tenían que hacerse pruebas y ponerse todo tipo de vacunas para no ser contagiados. Muchos pacientes sin familia, o que sus familiares no podían ir a verlos por las circunstancias que fuesen, nosotros y nuestras familias nos hacíamos cargo de ellos, de llevarlos de paseo con nosotros, de traerles lo que necesitaran (enseres de higiene personal, comida, revistas etc…) con el paso del tiempo todos formamos una gran familia. Si algún paciente se ponía muy enfermo el resto de los compañeros estábamos pendientes de él y no lo dejábamos ni un segundo solo y cuando fallecía era una situación dramática para el resto de todos nosotros.

En el patio central hoy mal apodado la jungla, normalmente era donde los pacientes más críticos o cansados se quedaban ya que salir de esos límites amurallados era a veces todo un reto para ellos.

Pero los días de lluvia que nos podíamos salir ni fuera de los límites de la capilla ni al jardín interior no eran más tristes por ello. Nos congregábamos en las terrazas o en las galerías, y muchos de los compañeros sacaban sus guitarras y cantaban canciones. Incluso recuerdo que de aquellos días se formaron muchas parejas que perduran a día de hoy.

Todo el hospital era como una familia incluso los pacientes de novena planta que era la de los más críticos recibían la visita de pacientes de otras plantas, pero también recuerdo que estando en  la habitación con nuestros  familiares escuchábamos gritos de “sea tirado sea tirado” ( muy lejos de la anécdota que cuentan que los pacientes decían ahí va otro ) y corriendo salía personal del hospital de todos los rincones y cerraban ventanas y puertas para que el resto de los internos no lo viéramos, pero tristemente como ya he dicho, éramos una gran familia y todo nos conocíamos así que acabaríamos sabiendo el nombre del compañero fallecido

Una vez los que teníamos la suerte de recuperarnos y que nos dieran el alta nos marchábamos el resto de compañeros que se quedaban lo hacían con sentimiento de culpa, por que cuando se iba un paciente de alta le decía al otro que se quedaba “vendré a veros” pero la realidad era que cuando te curas y vuelves a la vida normal ya no tienes tiempo de ir a ver a los que dejaste atrás, aquellos que durante tan larga espera y a veces agonía fue tu familia.

Es cierto que el hospital del tórax era un lugar que imponía respeto y donde la gente perdía la vida muy a menudo, pero también fue un lugar que hizo muchísimo bien y tendría que ser recordado por ello y no por las historias macabras que se cuentan del lugar.

Como conclusión personal y final diré que no he podido evitar emocionarme al escuchar de familiares directos esta emotiva historia, porque este relato habla de la otra cara que parece que muchos medios de comunicación se empeñan en no contar, el motivo quizás…el morbo, quizás las leyendas terroríficas que atraen a mas lectores o telespectadores lo cual eso se traduce en más dinero. Pero creo que cualquier investigador debe contar siempre las dos versiones de la historia.

Esta es una historia dedicada a todas esos pacientes y familiares que estuvieron en ese lugar durante los años que estuvo en funcionamiento.

JRC

Estas imágenes han sido obtenidas de servidores de búsqueda de varios compañeros del misterio que permanecen en el anonimato

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Jorge Rios Corral
Investigador y divulgador de la temática paranormal. Es director y presentador en Informe Enigma y Enigma en la Onda en Onda Cero Menorca. Colaborador independiente en varios medios de comunicación como el último Peldaño o Rne Barcelona, en Cataluña Territori Magic. Articulista en la revista Mundo Misterioso y Delegado de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas (SEIP) en Gerona y así como coordinador de TCI España en Cataluña. Contacto: enigma-rpa@hotmail.com

1 Comentario

  1. Muy interesante Jorge, es curioso como en muchos pueblos ciudades o terrenos hay edificios emblemáticos con mucha historia detrás y parece que nos guste desvirtuarla y sacar la versión más oscura. El hospital del tórax,Torrebonica que también esta cerca, en el pueblo donde veraneaba de pequeño fue un hotel que se quemó por ejemplo, a muestra un botón, Gracias por aportar vivencias de tus familiares , porque para mi eso si que tiene rigor histórico y te hace dar cuenta de como eran las cosas.

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