Muchos inventos a lo largo de la historia han significado un antes y un después en la vida del ser humano. Si bien necesitaríamos cientos de páginas para mencionarlos todos, hoy quiero hablar de uno en particular: La Fotografía.
Con ella hemos captados imágenes de nuestra vida y de nuestros seres queridos, es una pequeña capsula del tiempo hacia momentos que no se volverán a repetir. No al menos de igual modo.
Desde su invención hasta el día de hoy, la fotografía ha intervenido en infinidad de áreas, haciendo crecer el imaginario colectivo y la reflexión sociológica de nuestros pensadores. Es decir, su capacidad para obtener imágenes de ciertos hechos importantes, la han convertido en la herramienta esencial para la ciencia, el arte, el periodismo, la publicidad y para el mundo de la paraciencia. Sin embargo, hoy, y haciendo mención a esta última disciplina, después de medio siglo de televisión, radio, Internet y redes sociales, su uso cada vez está más destinado al engaño y el fraude.
¿Pero dónde se originó la primera fotografía?
Siempre hemos dado por sentado que su inventor fue el creador de dioramas y decorados Louis-Jacques-Mandé Daguerre. Presentándola al gran público por primera vez el 19 de agosto de 1839. Sin embargo, la idea no surgió de él, sino del químico, litógrafo y científico Joseph Nicéphore, quién entro en colaboración con Daguerre, compartiendo diversas experiencias. La mala fortuna hizo que Niépce fallecería antes Daguerre, llevándose este último el mérito “al inventor de la fotografía”. Pero tendrían que pasar veinte y un años antes de llegar al tema que nos ocupa: La primera fotografía fantasma.
El Origen de las fotografía de espíritus y los primeros impostores.
Los inicios de la fotografía de espíritus se encuentran a mediados del siglo XIX.
Durante las décadas de 1850 y 1860, muchos amantes de las fotografías experimentaron con nuevas formas, efectos, como las imágenes estereoscópicas y la doble exposición. Pero algunos de ellos, personas sin escrúpulos, enseguida se dieron cuenta que con estas nuevas técnicas podían conseguir una rentabilidad económica.
Se cree que fue el fotógrafo aficionado estadounidense, William Mumler, el primero en capturar un «espíritu» con su cámara de fotos, a principios de 1860. En dicha imagen podía observarse una imagen femenina en su autorretrato. A pesar de creer inicialmente que se trataba de una doble exposición, pronto se convenció de que era un fantasma. Así, decidió cerrar su negocio y comenzar su carrera como el primero «fotógrafo de espíritus».
Pero Mumler no solo comenzó a trabajar como «fotógrafo de espíritus» sino también como médium. El estadounidense consiguió aprovechar la desesperación de los familiares de los fallecidos en la guerra civil estadounidense que buscaban algún tipo de contacto con sus seres queridos, para crear un gran negocio muy lucrativo. Con el paso del tiempo los trucos de Mumler para capturar a los muertos en carrete se hicieron muy populares, sobre todo después de que comenzaran a aparecer personas vivas y residentes de su ciudad, Boston, como si fueran espíritus.
Mumler utilizaba la técnica de doble exposición, insertando una placa de vidrio positivada preparada previamente con la imagen de los muertos en su cámara. El problema fue, que tanto si se hubiese o no producido estos encuentros con desencarnados, todo su trabajo quedo desacreditado por completo por este hecho. Incluyendo la primera imagen fantasma de la que tenemos constancia.
Pero a medida que más gente se hacía con una cámara, la fotografía de espíritus experimentó un «boom«
Casi todo lo que vemos no es lo que parece.
El mundo es un lugar complejo, indómito, y existe independientemente de nuestra capacidad para reconocerlo. Los paisajes se amontonan los unos con los otros, agolpándose y mezclándose en cadenas montañosas, frondosos bosques, espesas urbes y selvas lluviosas. El viento hace que cambie constantemente el lienzo de nubes que cubren su cielo, y bajo estas, entre distintas texturas y colores, desfilan sus propias sombras. Sombras que en ocasiones nos hacen ver formas, figuras y rostros inesperados. Este fenómeno es conocido como “pareidolia”.
La pareidolia es un fenómeno psicológico consistente en el reconocimiento de patrones significativos (como caras) en estímulos ambiguos y aleatorios. Una clara explicación, la encontramos en la página “Psicología y Mente”. En ella encontramos un párrafo donde define a la perfección que es una pareidolia: Por suerte, nuestro cerebro está configurado con mecanismos para reconocer patrones y continuidades en medio de todo ese desbarajuste sensorial. Las redes neuronales son el medio perfecto para crear sistemas que se activen siempre igual ante estímulos aparentemente distintos. De ahí, que podamos reconocer a las personas próximas a nosotros a pesar de sus cambios físicos y psicológicos. De ahí también que podamos aplicar estrategias similares en diferentes contextos, aplicar lo aprendido a situaciones diferentes e incluso reconocer un plagio en una pieza musical. Sin embargo, esta capacidad tiene también un efecto secundario muy llamativo que recibe el nombre de pareidolia.
Así mismo, diremos que una pareidolia no es más que ver algo donde realmente no hay nada.
Y aunque todo esto no parezca algo de nuestra era, algo nuevo, algo propio de los teléfonos móviles y las cámaras digitales, nada más lejos de la realidad. Alan Murdie, el presidente del “Club de Fantasmas” (fundado en 1862 y, se cree, el grupo más antiguo de investigación paranormal del mundo), explico en 1875 que: Habían examinado más de 600 supuestas fotos de espíritus, y que en su opinión no había más de una docena que pudiesen pasar como algo (sobrenatural), el resto tan solo eran sábanas o escobas que las personas confundían con su ser querido muerto.
Investigadores
Después del fin de la Primera Guerra Mundial, el espiritismo y la fotografía de espíritus habían ganado algunos famosos defensores, entre ellos el escritor Sir Arthur Conan Doyle, padre del personaje literario “Sherlock Holmes”, y miembro del anteriormente citado “Club de los Fantasmas”.
La gran cantidad de vidas humanas perdidas en dicha contienda bélica dejo a millones de familias asumidas en un gran vacío de desconsuelo y soledad. Por ello, algunas de ellas, normalmente las más acaudaladas, motivadas por esta corriente popular, buscaban una reunión o encuentro con sus familiares y amigos fallecidos. William Hope, para entonces un establecido fotógrafo de espíritus inglés, fue uno de los que estuvo dispuesto a aportar sus conocimientos en la materia. Pero no tardaría en ser investigado por la “Sociedad para investigación Física”, dirigida por el famoso investigador paranormal Harry Prince, en 1922. Finalmente, el resultado la Sociedad determino que Hope era un impostor que jugaba con la doble exposición en sus fotografías.
Además. un artículo del Scientific American de 1922 reveló los trucos y la doble exposición que Hope y otros usaban para crear sus imágenes. A pesar de ello, Sir Arthur Conan Doyle siguió defendiendo la inocencia de Hope. Con el tiempo, escribió un libro al que tituló, The Case for Spirit Photography (En defensa de la fotografía de espíritus). En él seguía defendiendo y apoyando a William Hope. Incluso después de haber sido destapado el fraude, el negocio de Hope continuó hasta su amarga muerte, en 1933. Siempre respaldado por el ilustre escritor inglés.
Harry Prince por otro lado se dédico en décadas posteriores a investigar sus supuestas “fotografías de espíritus” así como a sus “impostores” propietarios. Al final de su carrera afirmo: «Yo creo que hay muy pocas fotografías que pueden ser consideradas prueba de algo paranormal«.
La cámara Kirilian
Para algunos la prueba irrefutable de que si podemos capturar en imágenes a nuestros seres queridos u otro tipo de entidades que no se encuentran en nuestro plano terrenal. Para otros, una forma más elaborada de embaucar.
La cámara “Kirilian” fue inventada por el matrimonio que la da su nombre, Semyon Davidovich Kirilian y Valentina Krisona de Kirlian, en el año 1939, en el laboratorio del Hospital de Alma-Ata, en la antigua Unión Soviética. La idea era desarrollar una técnica fotográfica capaz de capturar el aura de una persona. Aplicando un campo eléctrico sobre una placa se crea un “efecto corona” de cualquier objeto, lo que le da el aspecto de una imagen fantasmagórica (el efecto corona es conocido en la física elemental que se produce en conductores de alta tensión). Esta técnica es utilizada a día de hoy por muchísimas personas para evidenciar la existencia de un mundo más allá de nuestro mundo.
Las fotografías de espíritus en la actualidad.
Las personas se dividen en tres grandes grupos: los que creen en los fantasmas, los que no y los que no saben si sí o si no. En verdad es una cuestión muy interesante con argumentos y pruebas a favor y en contra.Y es que la creencia de fantasmas, espíritus y demás fenómenos paranormales está muy arraigada desde la antigüedad. Pero ahora, con la era de la tecnología en nuestras manos, lejos de encontrar respuestas, disipamos la verdad con imágenes y vídeos dignos de los impostores anteriormente citados. Y es que cada día batallamos con aquellas personas que salen al encuentro de lo “paranormal” en algunos lugares tradicionalmente encantados, y regresan a sus hogares con fotografías de “supuestas” entidades de otro plano dimensional. En primer término diremos que, un fantasma no se suele mostrar de cuerpo entero, ni suele verse con colores vivos ni formas definidas perfectamente, es más, diríamos que su apariencia suele ser fría por la escasez de calor corporal (por así decirlo de alguna forma). Por otro lado, y como ya hemos explicado en párrafos anteriores, las linternas, focos y otro tipo de luces que usamos para iluminarlos en la fría noche de estos siniestros lugares, crean un juego de sombras que una vez captadas en nuestros teléfonos móviles o cámaras de digitales parecen rostros reconocibles.
Debemos comprender que en la mayoría de las ocasiones, la forma en la que los teléfonos inteligentes toman sus fotos, por etapas, puede producir «espíritus». Al contrario que el carrete analógico, los teléfonos toman fotos por partes, de la misma forma que un escáner se mueve a lo largo de una hoja de papel. Es un proceso más lento, especialmente en lugares más oscuros donde los sensores de la cámara necesitan más tiempo para capturar suficiente información para la foto. Como resultado, cualquier cosa que se mueva mientras se toma la foto puede aparecer distorsionado o superpuesto. Explicado de una forma sencilla, diríamos que el obturador actúa como un ojo buscando una fuente de luz en la oscuridad. Mientras realiza este proceso, todo aquello que pase o se cruce delante suyo, es almacenado en su memoria y a posterior incluido en la fotografía.
Por eso en la mayoría de las ocasiones aparecen objetos o personas que un primer momento no vimos pero que en algún momento pasaron por allí. Otorgándole ese aspecto fantasmal al captarse en movimiento y como consecuencia dejando un rastro tras de sí.
Pero a pesar de nuestros conocimientos de estos trucos, parece que mucha gente todavía quiere creer que se puede capturar espíritus con una cámara de una forma sencilla, tan sencilla como apretar un simple botón.
Según una encuesta de la empresa Harris en 2013, el 42% de los estadounidenses creen en fantasmas, mientras que según un sondeo de YouGov de 2014 y el 39% de los británicos creen que una casa puede estar encantada. Por otro lado, dos de cada diez españoles creen a pìes juntillas en la existencia de espíritus, pero la ciencia puede explicar la mayoría de los encuentros con el más allá.
Jorge Ríos
Delegado SEIP Girona y Coordinador TCI España en Cataluña
Gracias a Mari Carmen Pérez Jimenez integrante del grupo «Gemina» por su estimable colaboración e incasable búsqueda de respuestas.