Fannie E. Wolston la goleta sin tripulación que surcó el Atlántico durante años hasta desaparecer para siempre

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La protagonista de nuestra historia es una preciosa goleta que como muchas otras sufrió los embistes de un fuerte huracán teniendo que ser abandonada por toda su tripulación. Fue entonces cuando empezaría una singladura por el Atlántico que duraría años y que recorrería miles y miles de millas sin rumbo fijo, impulsada por corrientes y vientos,  para terminar mostrándose muy cerca de donde comenzó todo, Fannie E. Wolston la goleta sin tripulación que surcó el Atlántico durante años hasta desaparecer para siempre.

A finales del siglo XIX y principios del XX muchos eran los barcos de vela que aun navegaban por el mundo resistiendo a los buques de vapor que se imponían sobre todo en rutas comerciales. Las inclemencias meteorológicas y sobre todo los huracanes afectaban más a aquellos navíos equipados de mástiles con velamen. Algunos de ellos sufrían graves daños siendo abandonados a su suerte. Eran considerados muy peligrosos para la navegación. Estos barcos fantasma podían provocar fuertes colisiones y graves accidentes en condiciones de poca visibilidad y de mal tiempo. Podían permanecer durante meses e incluso años a flote debido a la gran resistencia de sus cascos construidos de madera y en muchos casos ayudados de la carga que en aquellos años se trataba también de madera. Las principales rutas de este tipo de barcos cubrían el comercio de maderas desde Canadá a Europa y desde América del Sur a América del Norte.

Se buscaron diversas soluciones para acabar con estos derelictos. Se probaron varios métodos como dispararles abundante munición mediante cañones, torpedearlos o cargarlos de explosivos para reventar sus sólidas cuadernas. Todos estos procedimientos eran bastante caros a la vez que poco seguros. También se probó incendiarlos pero se corría el riesgo de que quedara viva la parte sumergida, permaneciendo casi invisible. Finalmente se destinaron algunos barcos y gabarras para localizar y destruir estas embarcaciones como fue el caso de los barcos estadounidenses USS Kearsarge (1861-1894) o el USCGC Seneca (1908-1936).

Imagen del buque USS Kearsage.

Durante un tiempo se intentó tener registradas las caprichosas trayectorias de estos buques a la deriva. Gracias a los reportes de los navíos que se cruzaban en sus derrotas se intentaba recopilar toda la información posible como posición, fecha y hora, condiciones climáticas y rumbo. La información era recogida  por diversas oficinas hidrográficas de la marina norteamericana para ser enviadas a una oficina central. Después se difundían mensualmente en  cartas  náuticas y publicaciones para los derroteros de los buques. Había años que se recibían más de 400 reportes en el Atlántico Norte.

Según un estudio publicado en 1983 por el oceanógrafo Philip L. Richardson del Instituto Oceanográfico Woods Hole de Massachusetts, desde el año 1887 al 1893 un total de 1.628 buques abandonados fueron divisados en la mar. Uno de los mejores años fue 1893 cuando se dieron un total de 732 avistamientos de 428 barcos diferentes.

Figura extraída del estudio del oceanógrafo Richardson donde se ven las numerosas trayectorias de los barcos abandonados desde 1883 a 1902.

Aunque las trayectorias de estos barcos eran diferentes existían algunas similitudes. La mayoría se desplazaba hacia el Este gracias a la corrientes del Golfo hasta llegar a la longitud 50º W donde se empezaban a separar. La corriente del Golfo es una corriente oceánica que desplaza una gran masa de agua procedente del Golfo de México y que se dirige al Atlántico Norte. Algunos de estos barcos continuaban por el Atlántico hacia el Este hasta llegar al Norte de las Azores, y otros tantos hacia el Sureste en dirección Portugal y España. Los que menos, giraban completamente y ponían rumbo al Oeste alcanzando el sur del Golfo. Muchas veces durante sus desoladas travesías llegaban a realizar vueltas completas, la mayoría en el conocido y misterioso Mar de los Sargazos donde cientos de buques se hundieron y otros desaparecieron. Hoy se sabe que estas trayectorias se complicaban gracias a la existencia de energéticos remolinos mucho más fuertes que las corrientes normales.

Muchos fueron los barcos que estuvieron durante meses a la deriva por el Atlántico. Algunos de los más conocidos fueron la goleta James B. Drury en 1889 que estuvo 367 días recorriendo en solitario 1.720 millas, o la goleta Ethel M. Davis en 1888 que estuvo 370 días desplazándose la friolera distancia de 4.400 millas. El barco Telemach que estuvo 551 días recorriendo 3.150 millas en 1887, o la también goleta Wyer G. Sargent en 1891 que recorrió 5.500 millas en 615 días. La goleta Twentyone friends abandonada después de una colisión en el Cabo Hatteras recorriendo 3.525 millas en 255 días. La goleta W.L. White que recorrería casi 6.000 millas después de sufrir una fuerte tormenta de nieve el 13 de marzo de 1888 en la bahía de Delaware en EE.UU. Quedó abandonada por su tripulación y mantuvo curiosamente el mismo rumbo, ENE. Aparecería encallada un 23 de enero de 1889, a los 310 días, en la isla Haskeir, en las islas Hébridas, ¡al Noroeste de Escocia!.

Imagen del Cabo Hatteras.

Sin embargo una de las trayectorias más sorprendentes e increíbles fue la de la goleta estadounidense de tres mástiles Fannie E. Wolston. Un 15 de octubre de 1891 la goleta se encontraba en travesía desde  Satilla River al puerto de Bath en la desembocadura del río Kennebec en el estado de Maine. El barco transportaba una carga de madera de pino hasta que se encontró con un huracán categoría 1 que se formaría el 12 de octubre al Norte de la isla de Granada e iría en dirección Terranova pasando por el Oeste de las Bermudas.  Este año se formaron diez huracanes convirtiéndose la mayoría en categoría 3 (178-209 km/h).

La goleta Fannie E. Wolston no pudo resistir la fuerte tormenta. La tripulación no tuvo más remedio que arriar los botes y abandonar el navío. Todo ocurrió a unas 100 millas al Sur del Cabo Henry, muy cerca del Cabo Hatteras.

El conocido Cabo Hatteras, lugar más oriental del estado de Carolina del Norte, es un lugar donde muchos barcos han vivido sus últimos días entre en sus bancos de arena.  Algunos durante la Segunda Guerra Mundial han sido torpedeados por submarinos nazis o alcanzados por alguna mina mortífera, y otros sufrieron fuertes temporales desapareciendo entre sus aguas sin dejar rastro. Abundan los registros de naufragios en este cabo donde tripulaciones enteras han sido engullidas por completo hasta siempre. Uno de los casos más inquietantes y misteriosos fue el de la goleta de cinco palos Carroll A. Deering  la cual fue divisada encallada un 31 de enero de 1921. Cuando llegaron los guardacostas a bordo comprobaron que el barco estaba vacío, no había rastro de la tripulación. Las cubiertas estaban inundadas, los botes salvavidas habían desaparecido al igual que los equipos de navegación de a bordo. Se especuló con varias teorías, contrabando, piratería, secuestro, pero nunca se resolvió ni nunca se conoció el destino de la tripulación.

Imagen de archivo de la goleta de 5 mástiles Carroll A. Deering.

Siguiendo con la historia de nuestra pequeña goleta Fannie E. Wolston, de poco más de 37 metros de eslora y una capacidad de carga de 295 toneladas, una vez abandonada comenzaría una de las singladuras más largas e insólitas que se jamás se ha conocido. La goleta transitó la friolera cifra de 8.965 millas, unos 16.600 km sin nadie a bordo que la gobernara. Estuvo surcando las aguas del Océano Atlántico sin ninguna ayuda humana.  Fue vista por última vez el 21 de octubre de 1894 muy cerca de donde fue abandonada. La distancia de casi 9.000 millas la realizó en 1.100 días, poco más de tres años a la deriva.

Trayectoria de la goleta Fannie E. Wolston desde el 15 de octubre de 1891 al 21 de octubre de 1894.

Gracias a un total de 46 reportes se pudo reconstruir su trayectoria por las oficinas hidrográficas americanas. El Fanie E- Wolston realizó una vuelta completa durante sus tres años a la deriva. Sufrió varias tempestades en los tres inviernos que resistió en medio del Atlántico. Estuvo casi un año navegando a rumbo Este para después dirigirse hacia el SE. Daría una vuelta completa en medio del Atlántico recorriendo una distancia de 500 km durante diez meses. La goleta navegó después hacia el Sur hasta el  25º N para después poner rumbo hacia el Oeste directo hacia las Bahamas. Antes de coger de nuevo las corrientes del Golfo daría otra vuelta en el Mar de los Sargazos para luego poner rumbo NE y ser divisado por última vez.

Fue el capitán Jarman del buque noruego Franklin quien identificó una goleta donde podía leerse algo parecido, «Emery Walton», a unas 250 millas al Este de Norfolk. Para las oficinas hidrográficas norteamericanas tras recibir la descripción de la goleta no había duda, se trataba de la Wolston. Según el capitán del Franklin la goleta era de casco negro, con rayas amarillas y blancas, cubierto de algas y verdín, con el ancla de babor oxidada y todavía colgada en su lugar, sin palo mayor, con el trinquete y la mesana desplazados de su sitio. Supuestamente se hundiría pocas horas después ya que nunca más fue vista …

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JASS
Ingeniero de sistemas navales, seguidor del misterio, del fenómeno OVNI y de lo paranormal. Skywatcher, astronauta de salón, y sobre todo cadista. Le gusta escribir sobre historias de barcos. Colaborador en Informe Enigma. Cofundador y miembro del Grupo Zpectrum Cádiz Contacto: joseasanchezs72@gmail.com

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