En el último trimestre de 1934, en el segundo piso del edificio situado en la calle Gascón de Gotor número 2 de Zaragoza, propiedad de Antonio Palazón y donde residía la familia Grijalba, tuvo lugar un hecho -cuyo protagonista fue conocido como el duende de Zaragoza- que conmocionó al país entero y que, aún hoy, sigue sin respuesta.
En la cocina de la casa, concretamente dentro de la hornilla de carbón, se empezó a oír una voz de origen sobrenatural, que la prensa bautizó como “el duende de la hornilla”, y que hablaba a los inquilinos del inmueble.
Las brigadas municipales levantaron el suelo de la cocina y buscaron mecanismos ocultos que hicieran posible la voz del duende de Zaragoza, pero no hallaron nada. También se acusó a la criada de la familia, Pascuala Alcocer, de ser ella misma, poniendo voces extrañas, la causante de todo aquel jaleo, sin embargo los doctores Penella Murt y Rost Ojer, atestados forenses, descartaron esa posibilidad:
No descubrimos en ella fabulaciones -dictaminó la comisión médica-, tendencia a la mentira ni simulación. Alejada la muchacha de la cocina, continúan dejándose oír la voz. No podemos probar siquiera que se trate de una histérica, ni tampoco de una médium. Tanto la policía como los fontaneros, electricistas y albañiles han hecho diversas inspecciones, no habiendo encontrado instalación alguna que conduzca a la voz fantasmal.
“The times”, el famoso rotativo británico publicó el 27 de noviembre de 1934 la siguiente noticia:
Un irónico duende, que habla por la campana de una chimenea, tiene sobresaltados estos días a los habitantes de Zaragoza, los cuales se afanan de dar con la pista de la misteriosa voz. Un arquitecto y varios obreros han sido requeridos para trabajar sobre el terreno: han removido todo el piso e incluso han levantado el tejado, pero los trabajos han sido totalmente infructuosos. La policía trabaja activamente. No se ha podido impedir que grupos estacionados frente a la casa se destacasen varias personas y se lanzaran al techo, presas de gran alteración nerviosa, para buscar al duende. La policía se ha visto obligada a desalojar varias veces la puerta de la casa.
Motivados tal vez por este artículo de su “rival” británico, diferentes periódicos nacionales como “Crónica” o “La nación” se hicieron eco de la noticia publicando diferentes crónicas del caso, así como lo que (supuestamente) decía el “duende”; frases como “¡Ya estoy aquí!” o “Ya estoy aquí. Cobardes. Cobardes.” Pero fue sin duda la conversación que mantuvo con un oficial que contribuía al desalojo del edificio para un estudio de campo, la que despertó más interés:
Policía: ¿Quién eres?, ¿Por qué haces esto?, ¿Quieres dinero?
Duende: No.
Policía: ¿Quieres trabajo?
Duende: No.
Policía: ¿Qué quieres hombre?
Duende: Nada. No soy hombre.
Después de esta corta plática el policía continuó preguntando, pero no obtuvo más respuestas. Más tarde, ese mismo día, durante la investigación de campo y con el edificio completamente desalojado, los doctores Murtz y Ojer tomaron fotografías y recogieron psicofonías. Estas pruebas dieron pie a que se cerrara el caso de manera inmediata. ¿Pero qué fue lo que descubrieron?
El gobernador civil de la provincia de Zaragoza, Otero Mirelis, emitió el siguiente comunicado:
Son ya muchos los días que se está tratando la cuestión del duende, sin que se haya puesto la menor dificultad a la exposición de las más variadas noticias y comentarios, que no han tenido otra virtualidad que la de colocar a Zaragoza en un plan de actualidad, no sabemos si beneficioso o perjudicial.
Al objeto, pues, de evitar ridículos y situaciones poco gratas, creo que será prudente y necesario silenciar el asunto hasta que la policía descubra al que, con sus espaciadas monosílabas frases, ha llegado a atraer la atención del país y tal vez preocupar a algunas personas. Confío en que muy pronto hemos de conocer al chusco y que así desaparecerá la infundada inquietud que este hecho haya podido despertar, y por ello ruego a la prensa atienda mi indicación.
A las pocas semanas, un nuevo juez entraba en escena. El magistrado del Juzgado de Instrucción número 2, Pablo de Pablos, cedía la investigación al letrado Luis Fernando, juez municipal del Distrito 3, y este retomaba las pesquisas acompañado por el doctor Gimeno Riera.
La autoridad emitió su veredicto final el día 3 de diciembre de 1934:
Primero quise oír la misteriosa voz. Las experiencias realizadas demuestran con absoluta claridad que la voz es debida a un fenómeno psíquico que únicamente se produce en determinadas circunstancias. En la cocina de la casa nos encontrábamos la muchacha de servicio de los antiguos inquilinos, dos testigos y yo […]. Bajo el punto de vista científico no puede ser más interesante y sugestivo, pues aunque no es el primero que se produce, son muy contados los que se registran en la historia médica. Las actuaciones practicadas serán archivadas hoy, por no haberse encontrado persona responsable de la falta. El misterioso suceso ha quedado totalmente aclarado.
Sin duda fue el carpetazo definitivo para cerrar el caso por parte de las autoridades. El segundo expediente forense apuntaba a la sirvienta como sospechosa de ser responsable de la voz. Pero ¿cómo fue posible que el “duende de Zaragoza” se manifestara en su ausencia y con el edificio desalojado?
Ni Pascuala Alcocer, que tras la sentencia fue desterrada a su ciudad natal, ni ninguna otra de las personas del inmueble podían ser los responsables. Todo se orquestó de una forma predeterminada para acabar con un asunto que molestaba a las autoridades.
En diciembre de 1934 se cerró el caso alegando que el duende de Zaragoza desapareció. Pero se sabe que el día del 3 de diciembre la voz les dijo: ¡Voy a matar a todos los habitantes de esta maldita casa!, ¡Cobardes, cobardes, voy a matar a los habitantes de esta maldita casa!”
Nadie murió, pero algo se captó en la última investigación de campo que hizo que el caso se cerrara precipitadamente, nunca se supo el resultado de las psicofonías, pero se filtró cuarenta años después una fotografía.
El edificio original fue demolido, y el actual tiene por nombre “edificio duende”, en honor al caso que sobrecogió no solo a la España republicana, sino a gran parte de Europa.
Joer, parece el Gollum
Sin duda se trataba de un desencanado que pedia ayuda para ir a la luz mas que policias y jueces necesitaba una persona buena que le ayudara a ir a su sitio definitivo
bendiciones