Annie Copeland, la mujer fantasma del naufragado velero Francis

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El velero Francis naufragó en una isla donde los barcos terminaban sus días arrastrados por los fuertes vientos y corrientes del Atlántico Norte, una isla la cual esconde muchos misterios por su pasado, con playas encantadas y apariciones fantasmales. La Isla de Sable sufrió cientos de naufragios así como historias de duras condiciones de supervivencia.  Época en la que los actos de pillaje y de asesinatos llevados a cabo por piratas y convictos eran muy frecuentes.

En esta Isla de Sable cuentan los lugareños que se aparecía una mujer que viajaba en el Francis y que falleció en el naufragio pero que nunca se fue. La mujer decidió quedarse deambulando por las playas entre la niebla en busca de algo suyo que le perteneció en vida, un anillo de rubíes y diamantes de bodas que le fue arrebatado con la amputación de un dedo, conoceremos la historia de Annie Copeland, la mujer fantasma del naufragado velero Francis.

El Francis era un tipo de barco llamado «Snow», era muy a parecido a un bergantín donde se utilizaba una pequeño mástil  detrás del principal para poder manejar la vela cangrejera con más facilidad. El velero británico se encontraba realizando la travesía entre los puertos de Londres en Inglaterra y Halifax en Nueva Escocia, Canadá. Llevaban una carga de personal y equipaje del Príncipe Eduardo, Duque de Kent. Por culpa de un temporal huracanado y de las fuertes corrientes , el día 1 de enero del año 1800, el velero Francis encallaría en la inhóspita Isla de Sable donde perecerían 18 personas. Isla conocida como el cementerio del Atlántico, rodeada de arena donde  las olas rompían con violencia incluso en los días de calma.

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Recreación de un velero tipo Snow.

El duque de Kent oyó historias de que piratas y bandidos habían robado pertenencias suyas de valor del naufragio. Se rumoreaba que algunos supervivientes que llegaron a la orilla malheridos y exhaustos fueron asesinados para arrebatarles sus posesiones. Para investigar y esclarecer todo esto, el duque envió a uno de sus mejores oficiales británicos a la isla, el capitán Torrens.

Así lo hizo, Torrens zarpó en el bergantín Hariot hacia Sable acompañado de su fiel perro para buscar indicios de pirateo y de malas acciones con los restos del naufragio del Francis. Torrens puso todo el interés del mundo en averiguar que había sucedido ya que tenía conocidos entre las víctimas del naufragio, un médico y una mujer, la señora Copeland.

Pero la Isla de Sable no tenia compasión con nadie y por desgracia el velero Hariot naufragó también, pereciendo casi todos sus tripulantes. Torrens logró salvar su vida de milagro con un grupo reducido que pudo recuperar algunas provisiones para resistir varias semanas. Ante tal desolación y después de dar sepultura a los fallecidos, Torrens decidió explorar el otro lado de la isla en busca de pruebas para comenzar la investigación que le habían encomendado. Su exploración fue demasiado lejos, al otro lado de la isla. Isla que tenía una longitud de unos 40 Km por 2 km de ancho. Pronto la noche lo acompañaría, pero por suerte encontró un cobertizo construido con maderas de barcos naufragados, aunque no había señales de vida reciente. Se preparó una cama con hierbas y ramas y encendió un fuego para pasar la fría noche.

isla de sable
Isla de Sable al suroeste de Nueva Escocia, a unos 300 km al sureste de Haifax, Canadá. Uno de los factores que la hace peligrosa es que tiene una media de 120 días al año de niebla provocado por las corrientes de aire caliente.

Durante la madrugada, el perro de Torrens gruñó fuertemente despertando al capitán y no era para menos, cuando abrió los ojos vio a una joven mujer sentada junto al fuego, delante suya, con pelo muy largo y mojado que le cubría la cara, vestida con una traje blanco de encajes también mojado. Torrens después de recuperarse del sobresalto le preguntó que hacia allí y de donde venia, pero ella no le respondió, solamente levantó su mano izquierda. La mano la tenía herida y le goteaba la sangre sobre la arena. A aquella mano le faltaba un dedo, como si hubiera sido cortado. Torrens buscó alguna tela para ponérsela como vendaje pero aquella extraña mujer se levantó y desapareció atravesando la puerta rodeada de un intenso frío. El capitán y su perro salieron corriendo tras ella en dirección a una laguna cercana, pero la mujer se desvaneció en la orilla sin dejar rastro alguno en la arena.

Confundido volvió a la cabaña pero su perro gruñió y no quiso entrar en el cobertizo. La forma de una larga cabellera se veía en el interior de la cabaña, la joven estaba otra vez dentro, sentada junto al fuego. El capitán asustado decidió entrar y se acercó a ella. La mujer se limitó a levantar de nuevo la mano mutilada. Esta vez sí pudo verle la cara, pálida y familiar. Era Annie Copeland, y así se lo confirmó ella moviendo la cabeza hacia abajo mientras su mano no dejaba de sangrar. Torrens comprendió lo que quería decirle Annie y de hecho conocía el anillo que ella reclamaba, un hermoso y exótico anillo de rubíes. Alguien se lo había robado cortándole el dedo una vez muerta o quizás fue asesinada para arrancárselo después de naufragar. Annie se levantó y traspasó la puerta del cobertizo para desaparecer entre la niebla espesa de esa noche. Él le prometió buscar al asesino y encontrar su anillo.

En la Isla de Sable hay más de 350 naufragios desde el año 1538 hasta el último que fue en 1999. En la imagen podemos ver los restos de una goleta.

Tras varios días en la isla, Torrens no pudo encontrar ninguna pista sobre la presencia de piratas y pronto sería rescatado junto a los otros supervivientes del naufragado Hariot. Oyó que un hombre de la población de Barrington, en Nueva Escocia, había estado vendiendo joyas y metales preciosos procedente de pescadores de la Isla de Sable. Pescadores que sufrían grandes necesidades durante los largos y duros inviernos y hacían batidas por las playas. Pronto daría con la familia de este hombre y no dudó en ir a visitarlos e interrogarlos sobre el ansiado anillo. El pescador se encontraba ausente en la mar pero su esposa le confirmó que habían tenido un anillo precioso y muy valioso que su marido había «encontrado» en las playas de la Isla de Sable.  El anillo había sido vendido a un relojero de la ciudad de Halifax.

No fue difícil encontrar a este relojero ya que no había muchos en 1800 en Halifax. Por fin localizó el anillo, no había dudas, lo reconoció al instante. Tras contarle toda la historia al relojero, este no dudó en dárselo ya que no quería problemas con la justicia. Lo primero que hizo fue enviarlo a la familia de Annie Copeland en Inglaterra. Pero por causas desconocidas, Torrens no llegó a buscar al pescador para rendirle cuentas.  Quizás aquella familia con tres hijas le dio lástima, ya que vivían en muy malas condiciones. Torrens no vivió nunca más tranquilo por temor a que Annie se le presentara en algún momento para recriminarle que no llevara ante la justicia a aquel quien le robó el anillo.

Para lo que si sirvió esta historia es para regular y controlar  la isla de posibles acciones piratas por una orden del gobierno británico. Doscientos años después se siguen oyendo testimonios de visitantes de la Isla de Sable que ven a Annie pasearse pálida con un muñón ensangrentado por la isla. Isla que esconde otros misterios, apariciones, gemidos, voces extrañas en la noche, ya que allí ocurrieron muchas miserias desde que fue descubierta por el año 1500 y donde se perdieron muchas vidas trágicamente, en sus primeras colonias, pero esto es otra historia…

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JASS
Ingeniero de sistemas navales, seguidor del misterio, del fenómeno OVNI y de lo paranormal. Skywatcher, astronauta de salón, y sobre todo cadista. Le gusta escribir sobre historias de barcos. Colaborador en Informe Enigma. Cofundador y miembro del Grupo Zpectrum Cádiz Contacto: joseasanchezs72@gmail.com

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