La misteriosa «nube» radiactiva

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En estos días se ha detectado la existencia de ciertas partículas en la atmósfera con altos niveles de radiación, al menos el doble de lo habitual, en el norte de Europa y Mar de Barents, en el océano Ártico. Estos resultados han sido obtenidos gracias al programa ARMAS (Automated Radiation Measurements for Aerospace Safety) financiado por la NASA consistente en la monitorización de las radiaciones a gran altitud.

En casi un 3% de vuelos muestreados, se ha detectado que las lecturas de radiación eran muy superior a lo normal. Estos aviones habrían atravesado alguna zona o nube radioactiva durante sus travesías.

Normalmente las dos fuentes mas importantes de radiación en nuestra atmósfera son atribuibles a los rayos cósmicos y al viento solar. Los científicos e investigadores creen que las tormentas geomagnéticas podrían ser la principal causa de estos valores altos. Estos electrones en las tormentas liberados chocarían con los átomos y moléculas de nitrógeno e hidrógeno de la atmósfera superior provocando chorros de radiaciones posiblemente en forma de rayos gamma. Otros medios especializados opinan que estos niveles altos corresponden a valores asociados con detonaciones de bombas atómicas.

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Niveles de radioisótopos en Europa desde el mes de enero, como vemos en España se han detectado uno de los más altos.

El avión multipropósito Boeing WC-135C  Constant Phoenix es el  encargado de tomar y analizar este tipo de muestras atmosféricas. Es el utilizado para identificar restos de detonaciones de armas nucleares a lo largo del planeta. También conocido como «weather bird» o «the sniffer». Curiosamente se le ha visto despegar desde el aeropuerto de la Fuerza Aérea Británica en Mildenhall, UK, el pasado día 22 de febrero. Avión manejado por el Centro de Aplicaciones Técnicas de la Fuerza Aérea (AFTAC). El avión fue avistado con otros dos más, el avión de reconocimiento Boeing RC-135W y el avión cisterna KC-135 Stratotanker. Todo indicaba que una misión secreta de larga duración se estaba gestando.

Lo cierto es que cuando el avión WC-135 entra en acción o sobre vuela ciertas zonas del planeta, algo se cuece por la atmósfera. Se utilizaron cuando la catástrofe de Chernóbil y durante el accidente de Fukushima.

No está confirmado el origen de esta supuesta nube radioactiva detectada en el norte de Europa. Tampoco conocemos, ni ha trascendido, si estos niveles son muy nocivos para la población. Lo que sí parece es que puede entrañar más riesgos para los usuarios de la navegación aérea.

Diferentes posibles causas han salido a la palestra, algunas razonables y otras más descabelladas, pero todas apuntan a un motivo nuclear. Algunos investigadores opinan que estas radiaciones podrían  proceder de algún tipo o ensayo de prueba nuclear efectuada en la zona contaminada de Nueva Zembla, sin embargo ha sido «desmentido» por la CTBTO, Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, organización que vela por la prohibición de ensayos nucleares.  Corea del Norte aparece también como posible foco por sus recientes ensayos atómicos y pruebas de misiles.

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Nueva Zembla es sin duda una de las zonas más contaminada radiactivamente, gracias a las detonaciones y ensayos nucleares llevadas a cabo por el gobierno ruso.

Según los científicos de la Agencia de Protección Radiológica de Noruega, no se puede omitir que la causa del escape sea un reactor nuclear en Europa. Otros piensan que proceda de alguna planta de fabricación de fármacos, ya que estos radioisótopos son utilizados en ciertos medicamentos para el tratamiento de enfermedades de hipertiroidismo.

Los niveles dispares de Yodo-131 fueron detectados por primera vez a mediados del pasado mes de enero en el nordeste de Noruega en Svanhovd, después se recogieron muestras en Rovaniemi, Finlandia y más tarde en Polonia, Alemania, República Checa, Francia y España.

Pese a que las autoridades científicas en la materia aseguran que las cantidades observadas no son una amenaza, el avión Constant Phoenix sobrevuela los cielos europeos en busca del foco y de su neutralización.

Hoy día  conocemos que volar a cierta altura expone a los tripulantes y pasajeros de los aviones a radiaciones cósmicas. Por ejemplo un vuelo Londres-Tokio equivaldría a absorber la radiación de una radiografía del tórax. Aun así y ante casos de posibles escapes o detonaciones nucleares secretas, no existen normas que regulen la seguridad aérea en materia de niveles de radiación. Quizás pronto haya que pensar en esto y tomar medidas para desviar vuelos de sus rutas o recomendaciones de bajadas de altitud.

Lo cierto es que los niveles de radiación observados en todo el mundo cada vez son mayores. Gracias a accidentes nucleares actuales como Fukushima, detonaciones secretas de Corea del Norte, China, Rusia y EE.UU. Todas estas acciones nos envuelven en una vorágine letal. Siempre estaremos expuestos a sufrir consecuencias nefastas que ya son una realidad en ciertas partes de la Tierra. Mayores índices de casos de cáncer en la población, un mayor número de muertes masivas de animales terrestres y acuáticos, detecciones de radiación en pescados y alimentos, lluvias radiactivas…

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JASS
Ingeniero de sistemas navales, seguidor del misterio, del fenómeno OVNI y de lo paranormal. Skywatcher, astronauta de salón, y sobre todo cadista. Le gusta escribir sobre historias de barcos. Colaborador en Informe Enigma. Cofundador y miembro del Grupo Zpectrum Cádiz Contacto: joseasanchezs72@gmail.com

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