El avión «fantasma» que sobrevoló Europa en la Guerra Fría

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4 de julio de 1989. En plena Guerra Fría, en territorio europeo, mientras el mundo entero contempla vergüenzas levantadas por la mano del hombre como era el Muro de Berlín, un avión fantasma lograr atravesar los cielos holandeses, alemanes y belgas sin que nadie pueda detenerlo. Os cuento este insólito episodio en Informe Insólito.

Bienvenidos una semana más a mi sección de Misterios Aéreos, en Informe Insólito, amigos. Ya hemos visto y leído en semanas anteriores como en los cielos europeos no han dejado de producirse asombrosos acontecimientos en la historia de la aviación que nos dejan con la boca abierta, tal cual estuviéramos disfrutando en el cine de una auténtica película de intriga, misterio o ciencia ficción. Si bien, en los últimos artículos hemos hablado de un par de insólitas historias de tiempos de la II Guerra Mundial, hoy quiero que volemos todos juntos a una época más moderna y no muy lejana en el tiempo. Volamos a la Guerra Fría, en concreto al año 1989.

El caza soviético llegó a sobrevolar más de 550 Km a lo largo del espacio aéreo que la Alianza Atlántica controlaba en aquellas fechas. El MIG-23 llegó a sobrevolar zonas habitadas de la RFA (República Federal Alemana), sobrevoló luego la ciudad holandesa de Einhdoven y por últimos atravesó los cielos europeos en la vertical de la ciudades belgas de Amberes y Gante,

El 5 de Julio de 1989 todos los periódicos europeos, incluso varios medios españoles como El País, se hacen eco de una asombrosa noticia. Un auténtico avión militar de combate soviético, modelo MIG-23, habría sobrevolado sin piloto y sin control, los cielos de tres países de la OTAN. El caza de combate, parece ser y según muchas informaciones, no portaba armamento a bordo. La prensa enseguida bautizó este hecho como el vuelo de un “avión fantasma” a través de los cielos europeos. Y tan fantasma era que nisiquiera llevaba a bordo en su cabina de vuelo un piloto que manejase el control de aquel aparato.

El MIG-23 parece que terminó su periplo aéreo en una población belga llamada Kooigem, donde desgraciadamente, al estrellarse contra el suelo, mató a una persona que habitaba una de las casas contra las que impactó el avión. El caza soviético llegó a sobrevolar más de 550 Km  a lo largo del espacio aéreo que la Alianza Atlántica controlaba en aquellas fechas. El MIG-23 llegó a sobrevolar zonas habitadas de la RFA (República Federal Alemana), sobrevoló luego la ciudad holandesa de Einhdoven y por últimos atravesó los cielos europeos en la vertical de la ciudades belgas de Amberes y Gante, para luego estrellarse a muy pocos kilómetros de la frontera con Francia, en Kooigem, como antes dije.

Si el caza soviético hubiera sido detectado volando sin control con un arma nuclear en sus bodegas o colgando de sus alas, se hubiera procedido a derribarlo de manera inmediata, según la OTAN, cuando volaba a 12.000 metros de altitud y nisiquiera se habría tenido en cuenta la contaminación nuclear que esto podría haber ocasionado en los cielos europeos.

Posteriormente hubo enseguida declaraciones del mismísimo Ministerio de Defensa de la República Federal de Alemania (RFA), donde en Bonn llegó a declarar que deseaba, y estaba convencido, de que el piloto de aquel misterio MIG-23 no se hubiera eyectado sobre su territorio en la RFA. Fuentes del Kremlim, procedentes de Moscú, también hicieron unas primeras declaraciones sobre el origen de aquel misterioso avión; llegaron a decir en una primera intervención que su origen no estaba nada claro. Y a última hora de aquella tarde posterior al accidente, diversas fuentes del Gobierno de Bélgica, declararon que la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) les había informado de que el enigmático MIG-23 procedía de unas supuestas maniobras que se estaban realizando al Suroeste de Polonia. Además llegaron a confirmarles que el piloto, un aviador soviético, habría logrado eyectarse debido a “motivos técnicos”, tal y como les comunicaron literalmente y se habría salvado al descender en paracaídas.

Fuentes militares de Bélgica declararon en televisión a los medios, posteriormente, que después de producirse la colisión del caza soviético contra la población belga en la que terminó cayendo, se produjeron varias explosiones provocadas por el armamento convencional que portaba el MIG-23 a bordo.  Según informaciones “oficiales”, el Gobierno Belga también añadió que en todo momento, los expertos de la OTAN que siguieron el rastro del avión, sabían que el MIG-23 no llevaba ningún arma nuclear a bordo ni había ninguna otra razón para derribarlo inmediatamente. Si el caza soviético hubiera sido detectado volando sin control con un arma nuclear en sus bodegas o colgando de sus alas, se hubiera procedido a derribarlo de manera inmediata, según la OTAN, cuando volaba a 12.000 metros de altitud y nisiquiera se habría tenido en cuenta la contaminación nuclear que esto podría haber ocasionado en los cielos europeos.

Lo cierto es que, tras la colisión final del MIG-23 contra el suelo, nadie sabía que suerte podría haber corrido el piloto soviético que tuvo que eyectarse desde el avión, abandonándolo a su suerte. Tampoco nadie confirmaba qué motivos técnicos habían hecho que el piloto tuviera que saltar.

El inexplicable vuelo del MIG-23, que nadie conseguía explicar claramente desde su origen, se desarrolló en territorio occidental europeo desde la frontera alemana, la cual cruzó a las 09:42 am del 4 de Julio de 1989, estrellándose en Kooigem a las 10:37 am por falta de combustible a bordo, ya muy cerca de la frontera entre Francia y Bélgica. No portaba piloto alguno a bordo y, este hecho, fue el que sorprendió sin duda alguna, a los pilotos de dos F-15 de las Fuerzas Aéreas de los EEUU que partieron desde la base de la OTAN en Soesterberg, muy cerca de Utrech. Estos dos cazas norteamericanos tenían la misión de interceptarlo, después de que la alarma sobre avión enemigo invadiendo espacio aéreo fuese dada por un puesto de control antiaéreo de la Alianza Atlántica en el Estado Federado de Baja Sajonia, en Alemania.

Tanto militares occidentales como soviéticos seguían segundo a segundo el vuelo incontrolado del MIG-23 soviético. Los soviéticos confirmaron que el avión procedía de una base cercana a Szczecin, en Polonia. Y lo cierto es que, tras la colisión final del MIG-23 contra el suelo, nadie sabía que suerte podría haber corrido el piloto soviético que tuvo que eyectarse desde el avión, abandonándolo a su suerte. Tampoco nadie confirmaba qué motivos técnicos habían hecho que el piloto tuviera que saltar. Enseguida se descartó el intento de deserción del aviador soviético dado que se eyectó a 12.000 metros de altitud, la cual es una altura muy elevada para saltar de manera voluntaria y que conlleva muchos riesgos, además de que a esa altitud los radares de cualquier país lo habrían detectado inmediatamente. El salto lo hizo antes de que el avión ingresase en territorio occidental europeo.

Los pilotos americanos que partieron, localizaron el MIG-23 cuando sobrevolaba el Estado de Renania-Westfalia hacia territorio europeo de Occidente. Cuando estaban a su misma altitud, los pilotos norteamericanos comprobaron que el aparato soviético llevaba abierta y vacía la cabina del piloto sin nadie a bordo.

Tampoco se llegó a valorar una acción ofensiva por parte de la URSS contra la RFA, en aquellos momentos, y enseguida se descartó ese motivo. El MIG-23 ingresó en Alemania por la vertical de la frontera en Dannenberg, al Norte de la Baja Sajonia. Según declaraciones del Teniente Coronel Rainer Otte, que era portavoz del Cuartel General de la 2ª Flota Aérea Táctica Aliada con sede en Moenchengladbach, el MIG-23 fue detectado de inmediato por los radares de la OTAN en este Estado de la Alemania Federal. Enseguida el mando aéreo ordenó el despegue de dos cazas de combate norteamericanos, tipo F-15, procedentes de la base holandesa de Soesterberg. Los pilotos americanos que partieron con esta misión, localizaron el MIG-23 cuando sobrevolaba el Estado de Renania-Westfalia hacia territorio europeo de Occidente. Cuando estaban a su misma altitud, los pilotos norteamericanos comprobaron que el aparato soviético llevaba abierta y vacía la cabina del piloto sin nadie a bordo. El avión volaba con total libertad sin rumbo fijo y sin control. Siguieron volando en formación con el MIG-23 hasta que éste agotó su combustible de a bordo, momento en el que comenzó a perder altitud de manera muy lenta hasta que llegó, en descenso, a impactar contra una granja agrícola en la localidad belga de Kooigem, cerca de la frontera con Francia, causando la muerte de un chico joven de 19 años, llamado Wim Delaere, que se encontraba en la casa que rozó el aparato en su caída, antes de impactar contra la granja.

A los dos F-15 norteamericanos se les criticó de manera bastante contundente que no hiciesen nada para derribarlo antes del impacto contra una vivienda civil pero ellos, en todo momento, alegaron que tenían orden de evitar que cayese solamente en zonas pobladas y consideraron que el lugar del impacto estaba deshabitado. Tenían autorización para usar sus sistemas de ataque si necesitaba derribar al MIG-23 fantasma. Otras fuentes militares concluyeron que los pilotos de los dos F-15 de los EEUU, tenían la esperanza de que el avión alcanzase la costa y el mar y el derribar a un avión a una altitud tan baja, implicaba muchísimos riesgos para la población civil.

El MIG-23 agotó su combustible de a bordo, momento en el que comenzó a perder altitud de manera muy lenta hasta que llegó, en descenso, a impactar contra una granja agrícola en la localidad belga de Kooigem, cerca de la frontera con Francia, causando la muerte de un chico joven de 19 años, llamado Wim Delaere.

Lo cierto, amigos de Informe Insólito, es que sobre nuestras cabezas, día a día en los cielos europeos y, cómo no, en los cielos del planeta entero, suceden episodios que a cualquiera le asombraría su cruda realidad y la angustia que se vive ante estas situaciones. Quién nos iba a decir que Europa fue atravesada de cabo a rabo por un avión “fantasma” que no llevaba ningún tipo de control a bordo, ni pilotos, ni rumbo ni destino. Por supuesto, una historia más de la Guerra Fría que archivamos en nuestra sección de Misterios Aéreos. Os espero en el próximo artículo y hasta la semana que viene, amigos del misterio….

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Iván Castro Palacios
Piloto comercial, instructor de Auxiliares de Vuelo y Piloto de Drones - RPAS e investigador de misterios aeronáuticos. Colaborador de Espacio en Blanco en RNE, de RTV Onda Azul de Málaga, de PTV Málaga Televisión, de La Noche de Andrómeda en LNDA Radio, de Otros Mundos con Javier Belmar, de Ya Te Vale FM, de Informe Enigma con Jorge Ríos, de Días Extraños con Santiago Camacho y de Misterio en Red con Esteban Palomo. Contacto: ivancpmisterio@yahoo.es

2 Comentarios

  1. Hay otros mundos pero están en éste, la primera vez que siendo niño vi la estela de un reactor que parecía descender del Sol no tuve ninguna duda acerca de que era un ingenio extraterrestre. Y cuando mi abuela materna recogió un globo meteorológico que cayo cerca de su casa me metí en el desván de su casa entre pilas y termómetros y tampoco tenía dudas de que aquello no era obra del hombre. Sin embargo ambas cosas eran muy terrestres y que uno las desconozca no quiere decir que no existan y sean normales.

    • Muchísimas gracias por tu comentario y por tus impresiones, Antonio. Gracias por leer el artículo. Pienso como tú. El 90% de las historias que se cuentan de misterio, tienen su explicación lógica. Me cuesta, a veces, desgranar las historias reales de las invenciones del tres al cuarto para poder contaros con total claridad las historias que realmente son ciertas. Gracias por seguirnos. Un abrazo.

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