Roma está plagada de restos arqueológicos, destacando la época del Imperio Romano, lo que denota que antaño fue digna capital del imperio. Entre sus calles, pasa desapercibido para el común de los mortales una extraña colina situada en el barrio de Testaccio, conocida como Monte Testaccio o Monte dei cocci.
El Monte Testaccio, a sólo media hora a pie del famoso Coliseo de Roma, es una colina de 35 metros de altitud totalmente artificial creada durante los siglos I-III d.C. debido a la aglomeración de, aproximadamente, 26 millones de ánforas.

Durante el Imperio Romano, Roma recibía un sinfín de ánforas ya que eran la base del transporte. El periodo de vida de las ánforas era limitado; al llegar a Roma, vaciaban su contenido -aceite de oliva, cereales, uvas, pescado, salsa de pescado, etc- y las rompían en pedazos, depositando los restos en el Monte Testaccio.
Las ánforas no solían reciclarse, menos aún la que contenían aceite -mayoría en el Monte Testaccio- ya que no era rentable lavar los recipientes por la dificultad de eliminar completamente los restos del producto que contenían, que podía malear las propiedades de conservación, además del deterioro de muchas de ellas. De este modo, tras la destrucción de las ánforas, se rociaba cal sobre ellas para evitar los malos olores.
Los restos de cerámica, muy lejos de lo que se pueda creer, forman una estructura perfecta y organizada, donde las terrazas formadas por hileras de ánforas impiden que la montaña se desmorone.
Con el paso de los siglos, el monte se ha cubierto por una capa de tierra en la que abunda la vegetación, pero su cuerpo es totalmente cerámico.

Aproximadamente, el 80% de las ánforas que forman el Monte Testaccio procedían de Hispania, concretamente del sur de la Península Ibérica, de la Bética. Por esto, hay quien afirma que la montaña está en tierra de Roma, pero no es tierra romana. Es tierra española, pues cuatro quintas partes son ánforas de aceite de la Bética mientras el resto se reparte en contenedores de aceite y trigo del norte de África.
El Monte Testaccio aporta una ingente cantidad de información histórica, gracias a esta formación conocemos como era la economía en el Imperio Romano y sobre todo del sur de Hispania; en los sellos e inscripciones de las ánforas se lee el nombre del fabricante, el productor del aceite, y del mercader, el momento de envasado, el tipo de producto e incluso los controles fiscales.
Actualmente, el Monte Testaccio es un parque arqueológico que puede ser visitado por los turista previa reserva telefónica.
No es verdad. Se encuentran restos anforarios de toda la tipología Dressel. y de diversos contenidos. Desde garum, aceite, grano o vino. Incluso algunos restos de doliums tardío romanos.
Un saludo
Me ha venido genial para mis clases
Pq dices categoricamente que no es verdad?.Estoy de acuerdo que son de diferentes sitios pero de HISPANIA tambien