En el siglo XIX hacerse una fotografía estaba solo al alcance de unos pocos, era un lujo demasiado caro por lo que muy pocas familias poseían fotografías de sus seres queridos en vida; por ello fotografiarlos después de muertos se convirtió en parte imprescindible del ritual de exequias. En caso de los adultos también servía para certificar la muerte evitando así problemas con las herencias o para demostrar los gastos del entierro.
Otra costumbre era hacerse fotos en familia, los difuntos posaban junto a sus hermanos, padres, amigos… Utilizaban trucos sorprendentes y en mi opinión algo macabros para parecer que estaban vivos o que dormían plácidamente. Aquí os muestro unas inquietantes fotografías post mortem para que juzguéis vosotros mismos, o como irónicamente las llamaban en la época: “Memento mori” (acuérdate de la muerte):
Era frecuente fotografiarlos con sus objetos personales o mascotas, como el caso de esta niña con sus muñecas o el hombre con sus perros:
- En algunos casos colocaban cosas en las manos y pintaban los ojos para hacer a los muertos más realistas como el caso de las dos hermanas (fallecidas ambas aunque parezca increíble) o esta niña de ojos grandes y antinaturales:
- El dolor de los padres debía ser inmenso:
- Usaban una especie de arnés para mantener a los difuntos en posición erguida, de las siguientes fotografías, la niña vestida de comunión parece estar viva, de los hermanos en pie la más pequeña fue asesinada, y la mirada que no ve de la niña sentada me sobrecoge:
Me pasaría horas mirando estas macabras fotografías, sus expresiones, sus posturas, el reflejo del dolor que se asoma en el rostro de los familiares; me sobrecoge la sangre fría que debían tener estas personas para retratar a su ser querido a pesar del dolor de la pérdida. Pero a pesar de ello, debido a las epidemias, el hambre y las guerras, la muerte era algo natural en la época y como tal era tratada.
Hoy en día vivimos en un mundo donde muerte y negación casi son sinónimos cuando se trata de uno mismo, y morbo cuando se trata de algo lejano. Yo, personalmente, ni siento negación ni siento morbo, para mí la muerte es sinónimo de una cosa: respeto. ¿Y para ti?