Sábado por la tarde, corre el año 1957. Se disputa un partido de fútbol en un barrio de Asunción, en Paraguay. De repente, un avión que realizaba pasadas bajas sobre el terreno de juego, se estrella a unos metros de distancia cuando un futbolista le pega un balonazo en todo el motor. Comienza así una de las historias más insólitas dentro de los derribos aéreos…
Bienvenidos a bordo de nuevo, amigos de Informe Insólito. En esta nueva semana, nuevo artículo en nuestra sección de Misterios Aéreos, y con él, viajamos de nuevo al pasado para recuperar esas viejas e insólitas historias que si nos las cuentan por primera vez, no nos las creemos o simplemente, nos quedamos boquiabiertos al oírlas. Porque desde luego, en nuestros cielos suceden un montón de cosas, a veces desgraciadas o con pérdidas humanas o desapariciones inexplicables en otras situaciones…pero lo de hoy no tiene otra catalogación posible que no sea INSÓLITO. ¡Comenzamos!
Nuestra historia de hoy no tiene desperdicio, parece increíble a primera vista. De hecho, lo cuentas y nadie te cree si no es por los recortes de prensa de la época o las referencias en los medios de comunicación. Sucedió en Paraguay y se recuerda como una auténtica hazaña digna de ser contada en el archiconocido libro Guinness de los récords mundiales. Todo sucedió un sábado por la tarde en el año 1957 mientras se disputaba el partido de fútbol de cuarta división entre los equipos de General Genes y Presidente Hayes. El equipo de fútbol de General Genes contaba entre su alineación con un futbolista en su defensa que se llamaba Fidel Trigo. Era un defensor de la zaga del General Genes y tenía entonces 16 años de edad, muy jovencito. Sin embargo, pese a su juventud, tenía fuerza suficiente y potencia como para pegar auténticos pelotazos al balón de fútbol. Y tan auténtico y lleno de potencia fue uno de ellos durante aquel partido, que con un violento derechazo al aire al pegarle al balón de fútbol, llegó a derribar un auténtico avión monomotor que estaba en la zona, concretamente cuando realizaba varios vuelos rasantes sobre el campo de de fútbol donde se disputaba el encuentro entre ambos clubes.
Nada más producirse la patada al balón que Fidel dio aquella jornada en aquel instante, se produjo el accidente aéreo del que voy a hablar. Por insólito que parezca, provocó que todos los asistentes al partido, público de las gradas, jugadores, árbitros, entrenadores, autoridades, etc… corrieran a ver cuál había sido el desenlace de la caída del avión tan fortuita. La aeronave estaba a unos 500 metros aproximadamente de distancia del lugar donde la pelota de fútbol le impactó sobre el terreno de juego. El balón no era tal aquel día, fue un auténtico misil teledirigido que, exagerando un poco, ni los mejores medios de defensa aérea hubieran soñado algún día siendo un sistema tan barato y tan efectivo a la hora de derribar un avión enemigo. El esférico impactó de lleno contra una de las partes vitales del avión, que era su hélice, y en segundo término le pegó a la carcasa del motor. Ésta salió despedida en vuelo y fue a parar al propio terreno de juego mientras que la aeronave descendía sin remedio después de ser alcanzada de manera tan fortuita.
Fidel Trigos, el futbolista protagonista de la desgraciada “hazaña” era más conocido por su alias, el “Chingolo”, que por su nombre. El campo de fútbol estaba situado en el barrio Villa Morra, en pleno centro financiero de la ciudad de Asunción, Paraguay. De repente, llega el tiempo para el descanso del partido entre la primera y la segunda parte del encuentro. El entrenador del General Genes estaba dando las instrucciones a sus jugadores para el segundo tiempo y explicando la táctica de equipo a seguir. Había tanto ruido de ambiente en el campo de fútbol que nadie se percató del ruido del avión y de su presencia. El piloto del avión derribado se llamaba Alfredo Lird. Era además un aviador y seguidor del equipo de fútbol de Fidel, el General Genes.
Este aviador tenía por costumbre salir con su avión los días de partido de su amado equipo y animar como él sabía, dando pasadas al campo de fútbol como hizo aquella desafortunada tarde de sábado futbolero. Alfredo Lird, el aviador, era un piloto recién estrenado y hacía de esta manera sus primeras horas de vuelo como piloto civil. Él reconoció que hacer esas “pasaditas” con el avión sobre la hinchada local, animaba a la gente a aplaudir más y a volcarse con el equipo. En muchas ocasiones, incluso, lanzaba desde el avión pelotas de regalo al público que animaba allá abajo. A veces, el verdadero show del partido era precisamente esta costumbre del lanzamiento de regalos desde la aeronave. Los jugadores, mientras recibían las instrucciones de su técnico muy atentamente, comenzaron a tener dificultades para escuchar las indicaciones a causa del ruido del motor del avión mientras hacía las pasadas tan bajas sobre sus cabezas. Estaban debajo de un árbol durante esos minutos de descanso. El entrenador también comenzó a quejarse del avión y Fidel le dijo:
-“Espere, Míster que le voy a dar su medicina”.
Fidel salió al medio del terreno de juego y sin pensarlo, cuando el avión estaba próximo, pegó un pelotazo brutal lleno de potencia y la pelota fue directa al avión. La pelota, desgraciadamente golpeó justo el motor y su hélice, la cual se partió inmediatamente. La carcasa del motor, como antes dije, cayó justo al terreno de juego. El avión fue perdiendo altitud hasta que se estrelló muy cerca del terreno de juego, en la Avenida España, en Asunción, capital de Paraguay.
La aeronave que sufrió este misilazo futbolístico era un avión modelo CAP-4 Paulistinha. El avión estaba diseñado enteramente por Brasil y su homólogo americano sería un avión como el Piper Cub. Tenía un motor de 90HP (Horse Power – caballos de potencia), y llevaba una hélice fabricada en madera. El avión se estrelló sobre una arboleda en aquella Avenida España, y precisamente ese impacto contra los árboles, amortiguó el golpe salvando así la vida del piloto y de un acompañante que llevaba bordo. Aquel día se salvaron de milagro. El copiloto salió completamente asustado del accidente aunque ileso fue quien más se asustó.
Como curiosidad, para terminar hoy con este caso, amigos de Informe Insólito, he de deciros que el partido en ningún momento se suspendió cuando todos se dieron cuenta de que no había heridos ni desgracias personales. Solamente Fidel, el futbolista protagonista de esta insólita historia, terminó escondido en casa de su abuela, tras el accidente, y no quería regresar al campo de juego a terminar el partido. El piloto y su acompañante fueron a buscarle para tranquilizarlo y convencerle de que nadie estaba herido. Lo convencieron para volver a jugar el partido. El General Genes, jugó y ganó aquel partido. Así que ya veis, amigos, igual que cualquier cosa hoy en día puede volar prácticamente, cualquier hecho casi insignificante puede hacer que eso mismo se caiga de los cielos. Hasta el próximo misterio en nuestra sección insólita de Misterios Aéreos….