El nocivo experimento «Estudio Monstruo»

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Hoy trataremos de otro experimento y en este caso monstruoso, de los que enturbian aún más la historia de la ciencia, en el campo de la psicología, de cómo se abusó de unos seres inocentes que fueron sometidos. Un estudio el cual dejó marcado de por vida a unos niños pequeños que empezaban a vivir. Fue conocido como el «Estudio Monstruo» ya que así lo nombraron los alumnos de la Universidad de Iowa cuando lo conocieron. Pero se hizo público muchos años después de que terminara, casi sesenta años después debido al fracaso estrepitoso del mismo. Su creador el patólogo, que no psicólogo, Wendell Johnson fue quien, animado por sus colegas médicos, lo ocultó hasta casi nuestros días, fue conocido gracias a un artículo publicado en el San José Mercury News en 2001 y posteriormente en el New York Times en el 2003.

Experimento-monstruo
Niños huérfanos fueron los sufridores de este experimento.

El experimento fue liderado por Wendell Johnson en el año 1939, en la Universidad de Iowa, centro de referencia de la investigación sobre el habla en aquellos años. Este patólogo había sido tartamudo severo desde su niñez y llegó a esta universidad con la idea de recibir terapia. Desde que llegó se sometió a multitud de pruebas y experimentos relacionados con la tartamudez, se ofrecía voluntario. Todos estos estudios le animaron a especializarse en las patologías del habla.

Con el tiempo Johnson empezó a opinar que la tartamudez era un comportamiento aprendido resultado de la ansiedad que experimentaban algunos niños cuando empezaban a aprender a hablar. Para demostrar esto ideó un poco ético y profesional experimento con niños.

Wendell Johnson

Seleccionó a un grupo de niños del orfanato de Davenport, pequeña ciudad de Iowa. De estos niños huérfanos escogió a un grupo de 22 de entre 256 niños cuyas edades estaban comprendidas de 5 a 15 años. De este grupo de 22, 10 eran tartamudos y 12 no. Johnson para desarrollar el estudio, requería hacer visitas diarias al orfanato y para esto reclutó a una de sus mejores estudiantes, Mary Tudor, que fue la encargada de entrevistarse con todos los niños durante 45 minutos al día. El estudio duró unos 5 meses (de enero a mayo de 1939). Querían provocar la aparición de la tartamudez en los niños que hablaban bien y curarla a aquellos que eran tartamudos. Para llevar a cabo este estudio, al grupo de niños que presentaban problemas en el habla, Tudor se comunicaba de una manera positiva, animándolos a que siguieran así, y les decía:

Superarás la tartamudez y serás capaz de hablar incluso mejor que las personas que te rodean. No hagas caso a aquellos que critican tu habilidad «.

Sin embargo a aquellos que hablaban fluidamente, Tudor les decía:

«Los médicos han llegado a la conclusión de que tienes un gran problema para hablar. Tienes muchos síntomas de los niños que son tartamudos. Debes hacer algo para pararlo rápidamente.   No hables a menos que puedas hacerlo bien. ¿Te has fijado como habla … , y mencionaba el nombre de un niño del orfanato que era claramente tartamudo), sin lugar a  dudas el empezó  igual que tú.”

A una de las niñas llamada Mary Korlaske que hablaba con fluidez y no presentaba problemas le dijo:

Coge aire antes de decir la palabra en la que piensas que vas a tartamudear. Para y empieza de nuevo si te bloqueas. Pon tu lengua en el paladar. No hables sino puedes hacerlo correctamente. Vigila tu habla todo el tiempo. Haz lo que sea para no tartamudear”

A la cuarta o quinta sesión estos niños que hablaban bien empezaron a desarrollar algunos problemas, se negaban a hablar, permanecían callados por miedo a ser descalificados y corregidos. Mostraban dificultades propiciadas por una cierta ansiedad que fue agravándose con el tiempo. Los niños estaban sometidos a tensiones y vergüenza, bloqueados a la naturalidad del habla.

Los datos del estudio estuvieron silenciados aconsejado por sus compañeros. Las conclusiones del mismo no fueron nada positivas. El procedimiento empleado carecía de rigor, profesionalidad y por supuesto de ética. Aun así Johnson siguió con su carrera como patólogo del habla, teniendo éxito y llevándose numerosos premios y reconocimientos. Escribió algunos libros que se siguen utilizando dedicados a la semántica aplicada sobre la psicoterapia. Era un estudioso de la neurosemántica, donde se expone que las reacciones nerviosas de nuestro organismo están condicionadas por el significado que damos a las cosas que nos rodean.

Mary Tudor dejó el estudio ya que empezó a ver que no había un avance, al contrario, los niños empeoraban y no mostraron progresos, Johnson sin embargo continuó entusiasmado con el estudio.

Ella volvió al orfanato a intentar prestar su ayuda a aquellos niños que había dejado marcado para toda la vida, como fue el caso de la niña Mary Korlaske. Esta niña después con el tiempo y ya con una edad anciana encontró la dirección de Mary Tudor y le envió una carta que con muchas faltas ortográficas, decía algo tal que así bajo el titulo «Mary Tudor Jacob el monstruo»:

«Destrozaste mi vida, podría haber sido científica, arqueóloga o incluso presidenta. Pero en vez de estas ilusiones, me convertí en una tartamuda muy patética. Los niños se burlaban de mi constantemente, sacaba muy malas notas en el colegio, me sentía una niña tonta. De mayor sigo esquivando a la gente por vergüenza.»

Este es el trágico mensaje con el que nos quedamos, como destrozaron el futuro de unos niños indefensos, y cómo se sintieron estas personas con este problema y todo por la ciencia.

Libro escrito por Johnson llamado «People in Quandaries: The Semantics of Personal Adjustment».

Seis de los huérfanos fueron recompensados por el gobierno americano en 2007 a una indemnización de casi un millón de dólares ya que se reconoció el terrible daño psicológico y emocional que había provocado.

Con el Estudio Monstruo lo que sí demostró fue que hablar o influenciar de una manera negativa a los niños puede crearles problemas y trastornos psicológicos, ansiedad, habla retraída. De nuevo los sufridores son los más inocentes, cobayas,  huérfanos, que fueron utilizados, destinados a una vida traumatizada. Gracias al experimento se crearon organismos revisores y vigilantes sobre asuntos de experimentación humana, prohibiendo los de este tipo, pero … ¿y otros?…

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JASS
Ingeniero de sistemas navales, seguidor del misterio, del fenómeno OVNI y de lo paranormal. Skywatcher, astronauta de salón, y sobre todo cadista. Le gusta escribir sobre historias de barcos. Colaborador en Informe Enigma. Cofundador y miembro del Grupo Zpectrum Cádiz Contacto: joseasanchezs72@gmail.com

3 Comentarios

  1. Me ha encantado este artículo, que además me toca en lo personal. Por si esto puede ayudar a alguien:
    Soy tartamudo, pero como las víctimas del Estudio Monstruo empecé a hablar perfectamente, y los bloqueos se presentaron a los 11 años, probablemente por malos tratos en el colegio (aquel curso, 2º bachillerato, nos tocó un maestro del que decían nuestros padres: «-Es muy buen maestro, pega mucho»). El resultado fue que, además de «cobrar», cada día me quedaba horas castigado con el pelotón de los torpes, estudiando de rodillas las lecciones que no había podido recitar. Yo estaba muy asustado pensando que me había vuelto tonto, incluso el maestro les dijo a mis padres que no valía la pena que me presentara a los exámenes finales, que no sabía absolutamente nada y lo iba a suspender todo. Por suerte los exámenes eran por escrito, y saqué todo sobresalientes y notables. Así descubrí con alegría que lo que tenía era un problema de habla.
    Años después, pasado el servicio militar, hice un cursillo de rehabilitación para tartamudos; éramos más de 30, y noté dos diferencias con ellos, que tartamudeaban desde siempre. Primera, que se bloqueaban también al leer, mientras que yo leía fluidamente. La segunda, para mí muy fuerte, es que al corregir la tartamudez aplicando los métodos (alargar las vocales, «limar» las consonantes, y silabear al ritmo de metrónomo), los «tartamudos desde el aprendizaje» se sintieron liberados, mientras que yo pasé de fumar un paquete -20 cigarrillos- o menos a la semana, a fumarme tres paquetes al día. Supongo que en mi caso el tartamudeo sería un síntoma «vivo», y al suprimirlo con el método, pasó a manifestarse de otras formas.
    Sería interesante que otros tartamudos «fabricados» se dieran a conocer y contaran su caso, quizás aquí mismo, y algo aprenderíamos entre todos.
    Muchas gracias, Jass, por tu artículo, y a Informe Insólito por publicarlo.

  2. Hola Josep muchas gracias por exponer tus experiencias en primera persona sobre la tartamudez, seguro que le sirve a alguien como enseñanza. Aquí seguiremos publicando experimentos y ensayos con personas inocentes como casi siempre, y como en tu caso gracias a supuestos «educadores». Seguiremos aireando este tipo de casos para que la gente se informe y tome conciencia. Muchas gracias de nuevo por leernos y me alegro mucho de que te haya gustado. Un abrazo.

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