Sucesos paranormales durante el rodaje de una película en Madrid

Volver a casa siempre es un placer, varias semanas he estado ausente debido a mi trabajo como actor. Una experiencia siempre gratificante el rodar una película, pero aun más gratificante es fusionar dos mundos que me apasionan sobre manera, el cine y lo sobrenatural. Sí, queridos insólitos, en este apasionante rodaje han sucedido cosas que bien podría clasificar de incomprensibles, incluso inquietantes.

Todo el equipo nos recluimos en una finca maravillosa en la sierra de Madrid durante dos semanas. Por lo que pude averiguar, esta finca fue el coto de caza de un poderoso Marqués de la zona sobre los siglos XVI y XVII, ahora reconvertida en una lujosa residencia dedicada a la organización de eventos. El rodaje transcurría de manera normal hasta que empezaron a suceder cosas que no tenían explicación lógica, aunque los escépticos e incluso yo mismo intentamos no dar demasiada importancia.

Primero fueron sensaciones, alguien que nos mira, que nos siguen por los pasillos y los jardines. En la grabación del sonido un par de veces se grabaron voces sin que nadie hablara, así como ruidos extraños. Recuerdo un día que cayó un bote de laca delante de todo el equipo que trabajábamos en ese momento, cayó de pie, como puesto por una mano invisible y sin que nadie lo tocara, dejándonos muy impresionados, por más que intentamos hacer que el bote cayera de pie incluso desde corta distancia del suelo, no lo conseguimos. Pero eso no fue lo peor.

Una noche, sobre las diez, nos encontrábamos todo el equipo en el comedor para cenar, yo fui un momento a mi habitación a por unos papeles. En mitad del jardín suspiraron a mi lado, fue un suspiro de hombre. Como he dicho todos estaban en el comedor, yo me encontraba solo y no supe como reaccionar.

Quemaduras de segundo grado, roturas e ingresos, son algunas de las cosas que sucedieron y no tengo claro si tiene o no que ver con nuestro «amigo», pero ahí están.

No me quedó más remedio que investigar un poco, y cual fue mi sorpresa, cuando los empleados del lugar confirmaron mis temores. En el siglo XVII el Marqués fue envenenado junto a toda la aldea en una boda, desde entonces aseguran que «Carlos«, que así lo llaman, deambula por el lugar.

No se si será cierto, no se si todo lo ocurrido es un cúmulo de coincidencias y nada más. Pero lo que sí es cierto es que «Carlos», sea o no real, nos hizo la estancia la mar de entretenida. Juzgad por vosotros mismos queridos insólitos. No he podido evitar la tentación de contaros esta experiencia, divertida, inquietante pero sobre todo insólita.