Las arañas gigantes del Carbonífero

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El Carbonífero es un período de la vida de La Tierra que se extiende entre hace 360 y 300 millones de años. Se caracteriza por una exuberancia de la vegetación sin precedentes en la historia del planeta. Los bosques ocupaban gran parte del mundo. Lo más curioso es que esos bosques no se habrían parecido en nada a los actuales, ya que estaban formados por especies que actualmente no alcanzan dimensiones correspondientes a las de grandes árboles. Eran entre otros los helechos (cuyos representantes arborescentes existen aún en la actualidad) y los equisetos, o colas de caballo.

El crecimiento desmesurado de los bosques se debía a las altas temperaturas y a la humedad que caracterizaron dicho periodo. A su vez, los bosques inyectaron gran cantidad de oxígeno en la atmósfera, lo que convertía las tormentas eléctricas en amenazas aún mayores ya que los incendios eran muy habituales.

Los bosques del Carbonífero dieron lugar tras ser sepultados, a los depósitos de carbón que existen en la actualidad (de ahí el nombre del período).

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Recreación del ambiente durante el Carbonífero. Algunos de los árboles alcanzaban los 40 metros de altura.

En lo que respecta a la fauna, se producen distintos acontecimientos durante el Carbonífero:

  • Los anfibios se diversifican por el medio terrestre.
  • Aparecen los reptiles (evolucionan a partir de los anfibios):

Sin embargo, dejemos de lado a los vertebrados. Las criaturas que nos competen hoy no poseen esqueleto (al menos no interno), pero no son por ello menos impresionantes y amenazadoras. Nos centramos en los insectos y otros artrópodos. Este grupo alcanza el aspecto que muestra hoy en día, aunque sus representantes no eran tan diminutos ni pacíficos como los que hoy nos molestan en verano, o se esconden en las zonas de nuestros hogares en que no llegan los productos de limpieza. Si poseían mayores dimensiones no era casual. Ese alto nivel de oxígeno en la atmósfera les facilitaba alcanzar esos tamaños, ya que los artrópodos respiran a través de tráqueas y otras estructuras similares que varían dentro de los subgrupos. La cuestión es que necesitan un nivel alto de oxígeno, ya que sus órganos respiratorios no son demasiado eficientes.

Arañas, apreciadas por algunos, temidas y odiadas por otros (como la práctica totalidad de las criaturas insólitas). Son grandes depredadores a pequeña escala, aunque algunas no ven en ello un freno para dar caza a presas mayores que ellas mismas. Poseen dos conductos inyectores de veneno, denominados quelíceros. Las arañas no consumen enteras a sus víctimas, ni las despedazan. Les inyectan el veneno, que no solo sega la vida de la víctima, sino que digiere el interior, quedando pues la presa reducida a una bolsa de líquidos. No consumen pues alimentos sólidos.

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Mesothelae, una araña tan grande como una cabeza humana.

Mesothelae, una araña tan grande como una cabeza humana. Era un residente habitual del suelo de los bosques del Carbonífero. Se refugiaba en madrigueras, forrando el fondo de las mismas con hilos como los que las especies actuales usan para fabricas sus telarañas. Dichos forros de seda estaban comunicados con el exterior de manera que si una presa pasaba frente a la madriguera, la araña era avisada de su presencia y podía atraparla. La humedad del Carbonífero la obligaba a cambiar frecuentemente de madriguera, ya que era normal la inundación de las mismas.

Esta grotesca araña se alimentaba de los animales pequeños que habitaban también en los suelos de los bosques. Los pequeños reptiles que este periodo vio nacer como grupo zoológico estarían seguramente en el menú. Además existían otros artrópodos que podrían servirle de sustento y como no, ejemplares de su propia especie. Al mismo tiempo, eran presas potenciales para otros artrópodos como la Meganeura, una libélula del tamaño de un águila y algunos anfibios de gran tamaño y armados de poderosos dientes afilados como dagas.

Por tanto, para aquellos que por uno u otro motivo experimenten aracnofobia seguramente el Carbonífero no hubiera sido un exótico destino vacacional. No hubiera sido ese el caso de nuestro ingeniero naval y astronauta de salón de Informe Insólito, JASS, gran persona y profesional del misterio a quien va dedicado este artículo.

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Juan José Alférez Cara
Biólogo. Le fascina la naturaleza y esa fuerza moduladora que durante millones de años ha dado lugar a todas las formas de vida que hoy habitan La Tierra, llamada Evolución, y que también ha servido de lienzo para las leyendas de todos esos escritores desde la Antigua Grecia hasta el Siglo XXI. Contacto:juanjoalferez1@gmail.com

2 Comentarios

  1. Lo que nadie sabe es el porcentaje de Oxígeno que había en el Cabonicero. En la actualidad tenemos un 21%; u los científicos dicen que un 25% en el Carbonicero. Yo no soy científico, pero creo que el porcentaje debió de ser mucho mayor. Tal vez un 35% o incluso un 40%.

    Es contraproducente pensar que la araña gigante del Carbonicero ( ¿gigante, seguro?), fuese del tamaño de un cráneo humano. Eso representaría unos 30 o 35 cm; cuando en la actualidad y con 21% de oxígeno tenemos a la araña Goliat con 45 a 50 cm. Yo creo que la araña a la que hace referencia el artículo del Carbonicero, o eran las crías o una especie pequeña. Estoy seguro que en el Carbonicero habría arañas de un metro a. Dos metros de ancho; lo que pasa es que por ser artrópodos no dejaron huellas más claras como huesos. También por que han pasado 300 millones de años, y encontrar aquellos fósiles es difícil.

    Por que; vamos, si la libélula era tan grande como un águila, entonces debieron de existir arañas mucho más grandes que esa libélula. Las libélulas que existen hoy en día es muchísimo más pequeña que la araña Goliat. Por eso, en el Carbonicero, la proporción del tamaño debio de ser directamente proporcional a la que hay en la actualidad. Es normal que así fuese: para volar se necesita un cuerpo ligero y para caminar por la superficie no. Por eso las arañas del Carbonicero debieron de ser mucho más grandes que las libélulas.

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